miércoles, 29 de diciembre de 2010

En un salon de la Habana

En un salon de la Habana
y junto al piano:
ese que refleja en el espejo
de su piel
las luces y las sombras del entorno,
ese contra el que rebotan
los aplausos de admiracion
y el silencio profundo
del alma que medita.
ese piano que parece un pais abierto
latiendo
bajo las ordenes magicas
de un corazon con dedos.

En un salon de la Habana
en un rincon del universo.

13 diciembre 2010 Este escrito, a modo de poema, fue la respuesta a un mensaje de mi amigo Othoniel Rodriguez, donde me mostraba fotos y detalles de un concierto que ofrecio el pasado 9 de diciembre junto a Coralia Rodriguez en el exconvento Santo Domingo de La Laguna, en Tenerife. No fue en La Habana como titula este articulo pero no queda ninguna duda de que La Habana estuvo toda alli, en aquel rincon de las islas Canarias, en aquel instante. Con ellos, entre sus recuerdos la Condesa de Merlín, Domingo del Monte, pioneros de las tertulias artìsticas, y Saumell, Cervantes, Espadero, Lecuona, Rita, Bola.........y a la influencia de Chopin en la musica Cubana.

Felicitaciones.

jueves, 23 de diciembre de 2010

LA CASA DE JULIA E IGNACIO


Aqui cumpli mi primer año, hoy a los 44 sigo recordando aquel instante, aquel lugar, aquellas personas, la vida no es mas que momentos, instantes, lugares, seres.....

Foto de mi primo Alberto Torres. Gracias.

jueves, 16 de diciembre de 2010

ALFOMBRAS DE ARENA

Estas impresionantes alfombras son de arena, las realizan cada año en la Villa de la Orotava, en Tenerife, en honor al santisimo Corpus Christi. Cada año las realizan, variando los diseños y perfeccionando cada vez mas los acabados y terminados de las mismas, dandole un realismo que bien parece un lienzo de los grandes pintores, en ocasiones incluso, se han reproducido obras clasicas o fragmentos de ellas. La tematica central de la alfombra puede variar cada año.




Estas fotos corresponden a las alfombras de 1998.

lunes, 6 de diciembre de 2010

DIARIO DE AVISOS ENTREVISTA A OTHONIEL RODRIGUEZ


"Se debería crear en Canarias una cátedra de música Ernesto Lecuona"

Othoniel Rodríguez, al piano. / MOISÉS PÉREZ

AGUSTÍN M. GONZÁLEZ
SANTA CRUZ DE TENERIFE

Diciembre es especial para Othoniel Rodríguez. Por estas fechas coinciden varias efemérides de ilustres figuras que han marcado la carrera de este genial pianista cubano: los cumpleaños de Dulce María Loynaz, Alejo Carpentier y Alicia Alonso, y el aniversario del fallecimiento Ernesto Lecuona. En los 16 años que lleva en Tenerife no ha perdido la costumbre de rendir tributo a sus maestros. El próximo jueves lo hará de nuevo en el antiguo convento de Santo Domingo, en La Laguna, con la tertulia artística En un salón de La Habana, donde sus actuaciones al piano estarán acompañadas con las narraciones de la actriz cubana Coralia Rodríguez. Esa noche La Laguna tendrá sabor habanero.

- El destino y Ernesto Lecuona le trajeron a Tenerife hace 16 años ¿Por qué su devoción a Lecuona?

"Sin proponérmelo, Lecuona ha marcado toda mi vida y mi carrera. Ha estado presente en mi debut artístico, con cinco años, en mi debut profesional, en muchas galas en Cuba. Lecuona es mi memoria. Vine a Tenerife como invitado para actuar en la gala del centenario de su nacimiento y, con motivo del centenario del cine, tuve el privilegio en Cuba, en el Teatro Payret de La Habana, de acompañar una película silente, El sombrero de paja, como lo hizo él en sus comienzos como pianista. Lecuona ha sido el más famoso y prolífico compositor cubano a nivel internacional. Fue el primer músico que utilizó el vocablo afrocubano. Él llevó la percusión africana a las salas de concierto. Yo intento contribuir con mi granito de arena a divulgar a Lecuona y a toda la música cubana menos conocida. Siempre trato de explicar su origen, transculturación y mestizaje. Verdaderamente, me complace ver aquí cómo Luis Correa, director de coros; Mark Peters, chelista; y la coral Reyes Bartlet e Ismael Perera, entre otros, interpretan excelentemente obras de compositores cubanos".

- Además de pianista, usted es promotor cultural ¿De qué evento está más orgulloso?

"Sin duda alguna, La Huella Universal de la Cubanía. Fue un trabajo de años, de mucha investigación, para rendir un merecido tributo a las personalidades cubanas que triunfaron en la Europa del siglo XIX. Entre ellas está la Condesa de Merlín, María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, una musa criolla, cantante y escritora, que brilló en París con sus tertulias y que abrió las puertas de otros ilustres de la cultura cubana que luego triunfaron en Europa".

- Usted es un heredero de esa tradición cultural cubana y ha promovido importantes tertulias artísticas, en Cuba y en Tenerife ¿Qué tienen?

"Me han dado muchas satisfacciones. Empezando mi carrera tuve el privilegio de compartir la tertulia Entre Amigos durante seis años en la galería de arte Amelia Peláez. Por ahí pasaron todas las personalidades cubanas de la época, con las que pude relacionarme. Luego pasé a una tertulia mía propia en el Palacio de Bellas Artes, alternándola en el Museo de La Habana. También la hice en la casa natal de José Martí y en el Museo de Artes Decorativas".

- ¿Qué personalidades de la cultura cubana conoció en esa época y más le han marcado en su carrera?

"María Cervantes, hija del genial Ignacio Cervantes, que con 95 años tocaba el piano y cantaba como los ángeles. Hizo muy buenas migas conmigo, me regaló música e, inclusive, participé en el festival de su 95 cumpleaños. También conocí a la escritora Dulce María Loynaz; a Alejo Carpentier, que me aconsejó que siguiera con la música cubana; Olga the Banck, hija del profesor de Lecuona Hubert the Banck; Félix Guerrero y Roberto Sánchez Ferrer, que fueron directores de la orquesta de Lecuona; Leo Brower, gran compositor nominado a los Grammy Latinos; las cuatro joyas del ballet de Cuba; el pintor René Portocarrero; Roberto Fernández Retamar, presidente de la Casa de las Américas, y la gran Alicia Alonso, quien demostró que una latina también podía llegar a la máxima excelencia en el ballet".

- ¿Cuál es el proyecto cultural que aún tiene pendiente de hacer?

"Organizar un gran espectáculo dedicado a la mejor música cubana, como aquellos de los 30, 40 y 50, liderados por Lecuona y su tropa: Rita Montaner, Ignacio Villa Bola de Nieve, Esther Borja, etc. Por otra parte, yo quisiera que se creara una cátedra Ernesto Lecuona, como la tiene Alejo Carpentier en la Universidad de Santiago, y como Alicia Alonso en la Universidad Juan Carlos I de Madrid. Lecuona tiene en La Habana una sala con su nombre, concursos y festivales, pero falta una cátedra para divulgar su magisterio. Se debería crear en Canarias, pues aquí falleció". 

- ¿En qué trabaja ahora?

"Trabajo en unos seminarios para impartir en las escuelas de música. Uno es La cubanía mediante el piano, sobre un trabajo del escritor, ensayista y gran amigo Virgilio López Lemus. Y otro es uno sobre La influencia de Chopin en la música cubana, basado en una investigación del catedrático y también amigo Cecilio Tieles". 

- ¿Por cierto, qué es la cubanía?

"La cubanía nace de la mezcla de las culturas aborigen, española y africana. Virgilio López Lemus la definió como una forma de ser. Es es el modo de ser de los cubanos, de enfrentarnos a la vida. Nuestra música es transculturizada. Ya nace mestiza con los componentes de la música española, la percusión africana y las contradanzas que llegaron a Las Antillas desde Francia y Gran Bretaña". 

- ¿Cuántas horas ensaya a diario?

"Yo no uso reloj. Me gusta trabajar hasta lograr mis objetivos, superar las deficiencias, sentirme seguro, en definitiva. En el piano influye mucho el trabajo, pero también el estado de ánimo en cada momento. A pesar de mi carácter, mi fuerte frente al piano no es la agresividad, sino el punto romántico, con algo de melancolía y arranques de fuerte exaltación emocional. Por eso suelo tener muy buenas críticas cuando interpreto a Chopin y a Cervantes. En cualquier caso, yo nunca termino satisfecho mis interpretaciones".

- Ha tenido la oportunidad también de tocar en la Península y en distintas ciudades del mundo. ¿Qué actuaciones destacaría?

"Hay tres actuaciones que me han emocionado especialmente. La primera, mi primer concierto en Canarias, en Los Jameos del Agua, en Lanzarote, en 1994. Fue algo mágico, con el auditorio abarrotado gritando bravos. La segunda fue en 2002, cuando fui invitado al Día de Canarias en el Parlamento Europeo, en Bélgica. Durante la cena se hizo un silencio sepulcral para escucharme. Y mi tercera actuación inolvidable fue en Miami, en 2006: un gran concierto dedicado a Dulce María Loynaz, a Lecuona y al Teide, en el que además me sentí muy arropado con muchas personas queridas, compañeros míos de la escuela primaria, vecinos, profesores… Fue muy bello y emocionante".

- ¿Qué le ocurre con La Laguna?

"La Laguna me enamora porque me transporta al casco histórico de mi querida Habana. Mis primeros conciertos en la Isla los preparé entre los andamios del Teatro Leal. Años después Fernando Clavijo me contrató para actuar en el Museo de Historia, en la ermita San Miguel y, por decisión de la alcaldesa Ana Oramas, en el 160 aniversario de la fundación del Instituto Cabrera Pinto y en la gala Premios CICOP. Hay amor mutuo".


 Tomado de http://www.diariodeavisos.com/2010/diariodeavisos/content/39107/


lunes, 29 de noviembre de 2010

EL BESO DIGITAL

Ayer conversamos via internet, mi primo Alberto Torres y yo, cosa que en los ultimos años hacemos con cierta frecuencia. Albertico vive en Letonia, que esta miles de kilometros de España, donde comenzamos a contactar hace ya muchos años, y muchos kilometros mas de La Florida, donde actualmente estoy.

No tardo ni un minuto en decirme -Voy para la isla, ahora estoy en Frankfurt esperando la salida del vuelo, me dio mucha alegria saber que vuelve de visita a nuestro pedazo de Tierra, a nuestra Habana, a nuestras playas y sobre todo a nuestro San Antonio de los Baños, rincon que aun desde los mas distantes lugares del planeta, ambos recordamos y queremos por ser parte fundamental de nuestra vida, especialmente la niñez.

Le desee un buen viaje, le envie un beso a su madre y le di el numero de telefono de la mia, que se alegrara de saludarlo y el no dudara en transmitir un beso mio que para llegar a su oido, via llamada telefonica, o tal vez hasta personalmente, ha tenido que recorrer miles de kilometros sobre medio mundo, oceanos, continentes, fronteras, claro, todo gracias a esta maravilla tecnologica que nos permite comunicarnos con señales de humo digitales.

Un pedazo mio de algun modo regresa a la patria. Un beso frio y digital llegara al corazon de mi madre, que le devolvera una sonrisa, una alegria infinita, mezclada con cierta nostalgia claro esta, y a nosotros, a mi primo y a mi apenas nos ocupo un breve instante de nuestras atormentadas y monotonas agendas diarias.



domingo, 21 de noviembre de 2010

INSTANTANEAS EN TENERIFE

Mar de nubes - Tenerife

Paloma con sed - Tenerife

Oferta y demanda - Tenerife

Mimo embarazada - Tenerife

Reja paloma y mar - Tenerife

martes, 16 de noviembre de 2010

II. (EN UNA ESQUINA DE BUENOS AIRES II)

II


Dedicado a mi gran amigo Othoniel Rodríguez que me lo inspiro

Nunca acudimos a la cita, pues no teníamos lugar exacto para encontrarnos, el recuerdo tiene esa trampa, puedes estar en cualquier rincón del universo, en cualquier latitud geográfica y además en cualquier etapa de la involución humana.

Fue encontrarle en todas partes, en toda la America nuestra, y suya, pues era novia de todos. Saltamos de Buenos Aires a Ciudad México como quien pasa la pagina de un libro sin salirse de la trama de la historia. España y Cuba, boleros y tangos, rancheras y rumbas, milonga y vals, viajo por todas nuestras arterias, esas vitales que van directo al corazón y lo hacen palpitar de emoción, ante tanto talento, tanta belleza y tanto esplendor.

Voy encontrando huellas suyas a mi paso, como quien encuentra los pétalos de una flor que deshojara una joven enamorada. Y con su nombre libertario, que portamos como una bandera sin colores precisos, una bandera blanca, sin escudos, sin arrogancias, tan solo iluminada por el resplandor fugaz de las estrellas.

En la pantalla del cine aparecía otra vez aquel rostro, aquella eterna juventud de hermosura inigualable y talento irrepetido. Libertad Lamarque sonríe en blanco y negro y llena el alma de múltiples colores.

Nov-2010

La Habana: ciudad monumental

La Habana: ciudad monumental

Balance de su desarrollo arquitectónico urbanístico en la República (1902-1959)


Francisco D. Morillas Valdés y Diamela María Morillas Naún

 

 

Introducción

 

La Ciudad de La Habana, por sus características, es la expresión monumental de un museo viviente. En ella se observan construcciones que reflejan los más variados estilos, convivencia en la que se desborda la dicha armónica de nuestra arquitectura, senderos íntimos por los que transitó nuestro Patrimonio Arquitectónico, ejemplos vivos que se observan en edificaciones que recogen los más delicados trazos del neoclasicismo, el art nouveau, el art deco, el eclecticismo, hasta las enmarcadas dentro del movimiento moderno, expresión de la cubanía y de la conformación étnica de nuestra identidad, expresada en la arquitectura.  Con un objetivo nació esta eclosión arquitectónica: era la entrada de Cuba a la modernidad, fundamentada en el más absoluto rechazo a todo lo español, como símbolo de atraso y subdesarrollo, por lo que todo este esfuerzo que se vio reflejado en la arquitectura tenía como fin específico la norteamericanización absoluta de la Isla mediante el control de los diferentes planos de la vida económica, política y social del país.

 

Esta valoración de la arquitectura de la ciudad, tiene como antecedente los 379 años de existencia del régimen colonial en la Isla de Cuba, el cual creó una serie de planes, códigos urbanos y ordenanzas de construcción que guiaron el desarrollo arquitectónico y urbano en la ciudad de La Habana.

 

El control urbano ejercido por los gobernadores se reportaba directamente a la corona española[1]. A pesar de su poder, tanto militar como civil, no fue hasta el 6 de mayo de 1901 que se comenzó el desarrollo de la ciudad, muy a pesar del fraude y el robo de los distintos gobiernos que en su afán de asimilación norteamericana y enriquecimiento empobrecieron a la población y con ella al país.

 

Expresión de estos primeros años nos deja en un vivo retrato el celebre escritor cubano Alejo Carpentier: "De ciudad apacible, un tanto española, indolentemente recostada a la orilla del mar azul como la de todas las leyendas,  se ha trocado en un periodo bastante corto en ciudad avanzada, sorprendente activa, con un incipiente carácter cosmopolita..."

 

 

El desarrollo arquitectónico urbanístico en la República

 

Nuestra valoración tiene como punto de partida la construcción del primer tramo del malecón habanero, esta obra por los ingenieros Mr. Mead y su ayudante Mr. Whitney bajo el Gobierno interventor norteamericano del General Wood, y comprendía desde el Castillo de la Punta hasta los baños de los Campos Eliseos. El 20 de mayo de 1902, al cesar la Intervención, se había llegado hasta la esquina de la calle Crespo, o sea, se habían construido unos 500 metros.

 

Los cimientos del muro presentaron muchas dificultades en el primer tramo por lo irregular de los arrecifes y en ellos se utilizó hormigón 3:3:6 y en el muro 1:21/2:5. El proyecto norteamericano contemplaba arbolado y grandes candelabros sobre el muro, los que se eliminaron al llegar la temporada invernal y arribar el primer "norte".

 

La construcción del Malecón se continuó por los distintos gobiernos y en 1909 llegó hasta la calle Belascoaín, donde se construyó el bar Vista Alegre, que ocupaba la cuña comprendida en esa calle, entre San Lázaro y el Malecón.

 

Durante el gobierno de Tomás Estrada Palma (1902-1906) se continuaron las obras del Malecón hasta el Parque Maceo. El centro de gravedad de la ciudad se había trasladado a extramuros, al Paseo del Prado... una gran plaza lineal. A lo largo de dicho eje y sus áreas colindantes comenzaron a ubicarse las principales residencias y edificios de la burguesía cubana.

 

El desarrollo arquitectónico-urbanístico continuó en la ciudad. En 1907 se construye el primero de una serie de centros regionales españoles, el palacio de la Asociación de Dependientes del Comercio, diseño de Arturo Amigó y, en el mismo año, el edificio del Banco Nacional de Cuba, de José Toraya. En 1908 se construyen el Hotel Sevilla y el Hotel Plaza, de José Mata.

 

José Miguel Gómez (1909-1913) canjeó los terrenos del Arsenal por la antigua Estación de Villanueva, y nos dejó la magnífica obra de la Estación Terminal de Trenes (1912), del arquitecto Kenneth Murchison. Comenzó las obras del Aula Magna de la Universidad de La Habana, en la loma de Aróstegui, como parte de la acrópolis cultural de la ciudad que comenzaba a definirse, y empezó las obras del Instituto de La Habana, que no se terminaron hasta 1924. Creó el barrio obrero de Pogolotti. Se construyó el edificio de la Lonja del Comercio (1909), por Tomás Mur y José Mata, en la Plaza de San Francisco.

 

Mario García Menocal (1913-1921) fue uno de los presidentes más activos. Disfrutó del período llamado de Las vacas gordas o Danza de los millones —entre 1919 y 1920— para luego enfrentarse a la crisis económica a fines del 20 con la caída del precio del azúcar. Llilian Llanes cita que "...en 1919, se construían en la capital un promedio de diez obras por día". En esta extraordinaria producción predominó la iniciativa privada que Menocal supo incentivar. Continuó la prolongación del Malecón, llevándolo hasta la esquina con la calle G de El Vedado (1916-1919), lugar que luego se conoció como El Recodo. Erigió en el recorrido los monumentos al General Antonio Maceo (1918), y al hundimiento del Maine (1918); instaló las farolas del Parque Central (1918) y las del Parque de Albear (1918).

 

El Vicepresidente de la Repúblca Enrique José Varona actuó brillantemente activando y desarrollando lo cultural y lo educativo en la población nativa, la cual estaba sujeta a enormes presiones psicológicas por una inmigración masiva incesante.

 

En 1899 la población de la Isla era de 1 572 797 habitantes y en 1919 —en sólo 20 años— había aumentado un 84%, llegando a 2 889 004. Un aumento del 4.2% anual7. "Entre 1902 y 1908 entraron en el país 208 000 inmigrantes. En el período comprendido entre 1902 y 1934 lo hicieron 1 300 000, de los cuales el 75% era español"8. La población en la ciudad de La Habana creció de 250 000 habitantes en 1900, a 600 000 en 1924. 

 

En cuanto al aspecto físico de la ciudad uno de sus logros fue darle continuidad al sentido de monumentalidad en la escala urbana, que comenzó en tiempos de la colonia: 1. con la presencia de los altos muros de los castillos coloniales, desde 1580, y los de la muralla de la ciudad antigua, de 1680 a 1863; 2. se continúa al crearse el Paseo de Isabel la Católica, en 1774; 3. se renueva con el proyecto de la Urbanización Las Murallas, en 1866[2].

 

Frente al Castillo de la Punta, en la esquina del Malecón y el Paseo del Prado, se construyó también por los norteamericanos una glorieta para la Banda Municipal —que amenizaba con música las retretas—, la que en 1926 tuvo que demolerse por obstaculizar el tránsito al continuarse el Malecón hacia el puerto. Decía Bay Sevilla que esa glorieta tuvo importancia desde el punto de vista constructivo, debido a que fue la primera obra realizada de hormigón armado (con cabillas) en nuestro país. En esa esquina se construyó, a principios de siglo, un hotel exclusivo llamado Miramar, donde por primera vez los camareros vistieron de smoking, chaleco con abotonadura dorada y sin bigotes. Fue proyectado por el arquitecto "Pepe" Toraya, y según el arquitecto e historiador Luis Bay Sevilla, estuvo de moda en los primeros quince años de la República.

 

También en ese tramo se hicieron algunas construcciones importantes, como el Unión Club y el Club de Automovilistas. En 1916 se llevó hasta el torreón de San Lázaro, para lo que se tuvo que rellenar la caleta del mismo nombre que tenía 93 metros de ancho en su boca y 5.5 metros de profundidad que había permitido en otra época el desembarco de piratas. Al azotar a La Habana un ciclón, en septiembre del año 1919, el mar levantó ese tramo y arrojó enormes trozos hormigón tierra adentro a bastante distancia, que ocasionaron daños e inundaciones nunca vistas ni recordadas por lo que la población y no pocos ingenieros achacaran los destrozos a la construcción del Malecón.

 

En 1921 se hizo el muro desde el Torreón hasta la Calle 23. Sin embargo, por la polémica desatada sobre el tramo frente a la Caleta, este no se reconstruyó hasta el año 1923.

 

Desde 1914 se habían realizado estudios para prolongar el Malecón hasta la desembocadura del Río Almendares, pero el tramo desde la Calle 23 al pasar frente al promontorio de la batería de Santa Clara (Hotel Nacional) hasta la Calle O requería separar el muro unos 30 metros del litoral y rellenar una gran área de 104,500 m2 con vista a construir el monumento al Maine. Este tramo, con el relleno, el parque y el monumento lo construyó el gobierno de Alfredo Zayas en 1923.

 

La lista de obras realizadas para alcanzar este logro es considerable, incluye hospitales, escuelas, parques, monumentos, etc.9  Veamos: el Hospital Calixto García —37 edificios— (1914-1917), y el Hospital Freyre de Andrade (1920); en la Universidad de La Habana: el Laboratorio de Física (1914-1915), el Laboratorio de Química (1914-1916), el Edificio de Administración (1916-1917), y la Escuela de Antropología y Biología (1920-1921); el Palacio Presidencial, diseño de Rodolfo Maruri y el belga Paul Belau (1918), fue terminado por Tiffany de New York (1920); los parques de: Juan Bruno Zayas, Trillo, Aranguren, y el de la Iglesia del Cerro; y en El Vedado, los parques de: Medina, Menocal, y Quesada (1916-1917).

 

Continuó la prolongación del Malecón, llevándolo hasta la esquina con la Calle G de El Vedado (1916-1919), lugar que luego se conoció como El Recodo. Se erigió en el recorrido los monumentos al General Antonio Maceo (1918), y al hundimiento del Maine (1918); se instaló las farolas del Parque Central (1918) y las del Parque de Albear (1918).

 

Los estudios para construir el Malecón desde el castillo de la Punta y el Hotel Miramar hacia el sur, hasta la Pila de Neptuno, que se encontraba frente a la Capitanía del Puerto, datan de 1921. Esta avenida se uniría con el tramo del Malecón ya construido dándole un fácil acceso al puerto desde El Vedado. El proyecto comprendía ganarle 111 mil m2 al mar, de los cuales gran parte se destinaron a parques y soluciones viales. Las obras del muro, sin el relleno, las ganó en subasta la firma de contratistas Arellano y Mendoza a un costo de 2 millones 101 mil pesos y se calcula que el relleno costó otro millón de pesos adicionales.

 

Para realizar la obra se colocaron a lo largo de la línea donde se construiría el muro dos hileras de tablestacas de hormigón armado, también se hincaron pilotes en profusión cada 2.50 metros. Sobre las tablestacas y los pilotes, se corrieron arquitrabes de hormigón armado. El muro se realizó sobre la base de unos grandes bloques huecos de hormigón armado, prefabricados en una planta que hicieron al efecto los contratistas en la Ensenada de Guanabacoa.

 

Estos bloques, aunque de dimensiones variables, como promedio tenían 5 x 4 metros de área y 2 metros de altura y descansaban sobre un fondo preparado con una base de hormigón de 1:11/2:3 y después se rellenaban con hormigón 1:3:21/2, dejando fuera cabillas que se empataban con todo el muro fundido a lo largo de la línea los bloques.

 

En este tramo se gastaron 17 mil toneladas de cemento Portland, 22 mil m3 de arena, 45 mil m3 de piedra picada, 35 mil m3 de rajón, 4 mil 200 toneladas de barras de acero, 295 toneladas de vigas de acero y un millón de pies de madera.

 

La obra se comenzó en marzo de 1926 y se terminó en 1929. La prolongación del Malecón hacia el oeste, sería obra del gobierno del General Machado y su inquieto ministro de Obras Públicas, Carlos Miguel de Céspedes, quien en 1930 lo adelantó hasta la Calle G, y no fue hasta alrededor del año 1955 en que Fulgencio Batista lo continuó hasta la Calle Paseo, donde se interpuso el Palacio de los Deportes, que estaba situado donde hoy está la fuente de la Juventud frente al Hotel Habana Riviera.

 

Gerardo Machado y Morales (1925-1929) (1929-1933) hizo una de las más importantes contribuciones al embellecimiento y planificación de La Habana. Su obra física queda para siempre inscrita en la historia como un logro positivo, al igual que en el aspecto ético-político queda inscrito negativamente en la historia como un dictador más del zoológico caribeño y latinoamericano. Este trabajo no penetra, por razones de espacio, el segundo aspecto de la paradoja que Machado fue.

 

Durante los primeros cinco años de gobierno —un siglo después que el gobernador Tacón y su Intendente, el Conde de Villanueva, hicieran la obra de reforma urbana que cambió la faz de La Habana— Machado y su Ministro de Obras Públicas, Carlos Miguel de Céspedes, lograron de nuevo llevar a cabo una reforma urbana que elevó la ciudad a niveles de calidad insospechados.

 

En el año 1929, los arquitectos Govantes y Cabarrocas realizaron un proyecto para la construcción de un barrio obrero llamado Lutgardita, localizado en un área industrial en Rancho Boyeros al sur de La Habana. Contaba con 100 unidades de vivienda y se proveían todas las facilidades complementarias como: kindergarten, colegio, hospital, teatro, etc. Era el primero de este tipo que se creaba en Latinoamérica. Otra obra de gran importancia para el desarrollo y modernización del país fue la Carretera Central.

 

El 10 de julio de 1925 Carlos Miguel de Céspedes dictó la nueva Ley de Obras Públicas que puso en camino un plan que tenía como objetivos básicos: 1. crear un Plan Maestro de Desarrollo para La Habana; 2. continuar con el desarrollo del Malecón; 3. construir el Capitolio Nacional; 4. crear un Centro Cívico que sería su gran foco urbano; 5. Darle continuidad a la presencia de la escala monumental, basada en la cual la ciudad había sido desarrollada tradicionalmente y trabajar en su embellecimiento; 6. incentivar la empresa privada para elevar su producción al más alto nivel posible, tanto en cantidad como en calidad.

 

Entre muchas obras importantes que aportó la empresa privada descuellan: el edificio de la Compañía Cubana de Electricidad (1927), de Morales y Compañía; el Centro Asturiano (1927), de Manuel del Busto; el Hotel Presidente (1927), de Eduardo Tella; el edificio de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de La Habana (1927), el Habana Biltmore Yacht and Country Club (1927), y el Auditorio de Pro-Arte Musical (1928), las tres de Moenck y Quintana; el edificio Bacardí (1930), de Esteban Rodríguez Castells; el Hotel Nacional (1930), de MacKim, Mead & White; y el edificio López Serrano (1932), de Mira y Rosich.

 

El "Proyecto del Plano Regulador de La Habana y sus Alrededores", como se le llamó, fue realizado entre 1925 y 1926. Forestier hizo revisiones al proyecto en sus viajes de 1928 y 1930. En líneas generales el proyecto estimaba una población de 700 000 habitantes y abarcaba desde la macro-escala de la ciudad y sus alrededores hasta la micro-escala del diseño del piso de la Plaza de la Catedral, inspirado en el diseño realizado por Miguel Ángel para el piso de la Plaza del Capitolio en Roma.

 

El foco central del proyecto era la Plaza de la República, coincidiendo aproximadamente en su ubicación con los criterios de Montoulieu y Martínez Inclán... en la Loma de los Catalanes. De ese centro urbano irradiaban una serie de avenidas: hacia el castillo de Atarés; hacia el río Almendares, terminando en el Bosque de La Habana; hacia El Vedado; hacia lo que sería la Plaza de la Fraternidad; otras avenidas existentes serían ensanchadas. Conectando entre sí estas avenidas radiales Forestier trazó tres vías

Otros elementos del proyecto eran: 1. convertir el Castillo del Príncipe en un museo en medio de un parque, con una gran escalinata de acceso cuyo eje se centraba con la Avenida Carlos III; 2. una escalinata similar fue planeada, siguiendo la idea original de Emilio Heredia (1916), para darle un acceso monumental a la acrópolis cultural que iba a ser la Universidad de La Habana; 3. la Avenida del Puerto; 4. la Avenida de las Misiones; 5. modificar el Paseo del Prado, elevándolo, arbolándolo y diseñando todo su mobiliario urbano —aquí tuvieron mucho que ver los diseños de Raúl Otero, quien dijo fueron realizados en "... estilo Mambí", los cuales cambiaron radicalmente el proyecto original de Forestier, realizado en estilo art deco; 6. la Plaza de la Fraternidad; 7. el Parque Central; 8. varios proyectos de embellecimiento de parques lineales, como son la Calle G y la calle Paseo, de El Vedado; 9. facilidades especiales, como un embarcadero frente a la Plaza de Armas; 10. las plazas de los monumentos al General Antonio Maceo y al Maine; 11. el ensanche de la calle Teniente Rey, desde el Capitolio hasta la bahía.

 

El otro gran proyecto fue el Capitolio Nacional. El proceso que se siguió hasta su inauguración comienza en 1917, durante el gobierno de Menocal, cuando se inicia el proyecto por Félix Cabarrocas, el cual concibió la escalera y el pórtico monumentales terminando en lo alto con una cúpula. El trabajo fue paralizado en 1921, debido a la crisis económica. Continúa el proyecto la firma de Govantes y Cabarrocas, en 1925, acentuando la importancia de la escalera y adosándole a los pórticos laterales grandes pilastras; la cúpula se hace más clásica. En el mismo año 1925 Raúl Otero y los franceses Heitzler y Leveau (que vinieron con Forestier a La Habana) hacen cambios, tales como acentuar aún más el eje vertical escalera-pórtico-cúpula y darle más transparencia a los cuerpos laterales. .En 1927 Bens Arrarte realiza otros cambios, que hacen el edificio más clásico y grandioso, y le inserta algunos elementos de estilo art deco. El Capitolio fue terminado en el año 1929 a un costo superior a los $17 000 000.

 

El Presidente Ramón Grau San Martín (1944-1948) realizó durante su mandato varios trabajos de modernización de la ciudad: parques, colegios, hospitales y viviendas de interés social. Nombró Ministro de Obras Públicas a José San Martín (a quien se le conocía como "Pepe Plazoleta", por su dedicación a construir obsesivamente ese tipo de rotondas viales); su Director General de Arquitectura fue Luis Dauval Guerra. Ambos desarrollaron, con un grupo de profesionales cubanos, una serie de Planes Directores para La Habana, Pinar del Río, Matanzas, Cienfuegos, y Santiago de Cuba. Este nuevo Plan de La Habana dejó de lado y engavetó, por razones políticas nada profesionales, el Plan de Forestier... mientras carecía de la creatividad del mismo.

 

En 1944 se desarrolló el Barrio Residencial Obrero de Luyanó, localizado en el Reparto Aranguren, al sur de la Bahía de La Habana. En su creación trabajaron Pedro Martínez Inclán, Mario Romañach y Antonio Quintana, quienes le imprimieron al proyecto una imagen de modernidad. Contaba con 1 500 casas, 8 complejos de apartamentos en edificios de 4 pisos y, además, todos los servicios complementarios de la vivienda, como son: mercado, colegios, campos deportivos, parques, etc. Se construyó el edificio Radiocentro-CMQ (1947) de Junco, Gastón y Domínguez, dando comienzo al desarrollo de La Rampa concebida para ser con el tiempo el Paseo del Prado de la modernidad.  

 

Desde el año 1950 se hablaba de prolongar el Malecón hasta en nivel de la Calle 12 de El Vedado para, a través de un gigantesco puente colgante, enlazar con la Avenida Primera del Reparto Miramar, hasta cerca de donde posteriormente se construyó el Hotel Rosita de Hornedo.

 

En la década de los 50, Cuba disfruta de una bonanza económica que ayudó a una producción masiva de obras del Estado que crearon la infraestructura física sobre la cual la empresa privada, ya de sólida madurez, produjo un desarrollo sin paralelo en la ciudad. Algunas de esas obras fueron: 1. terminar de construir el Malecón hasta el río Almendares (1952-1958); 2. crear la Ciudad Deportiva (1957); 3. la construcción de los túneles bajo el río Almendares (1953) y (1958); 4. La construcción del túnel bajo el canal de entrada a la bahía (1958). Estos trabajos fueron realizados por la Société des Grands Travaux de Marseille.

Aprovechando el acceso creado hacia el este de la ciudad por el túnel de la bahía, esta nueva zona de la ciudad se conectó con la Vía Blanca, una vía de acceso rápido a las áreas de futuro crecimiento de la ciudad y a las playas del este, cuyo alcance llegaba hasta la ciudad de Matanzas.

 

Otra obra de gran importancia, que siguió los lineamientos previos de Montoulieu, Martínez Inclán y Forestier, fue la Plaza Cívica de la República, realizada entre 1952 y 1958, cuyo diseño se centraba en el Monumento a José Martí (1958) de Enrique Luis Varela y el escultor Juan José Sicre. Sus edificios principales son: la Terminal de Ómnibus de La Habana (1951) de Moenck y Quintana; el Tribunal de Cuentas (1953) de Aquiles Capablanca; el Ministerio de Comunicaciones (1954) de Ernesto Gómez Sampera y Martín Domínguez; el Palacio de Justicia (1957) de José Pérez Benitoa; la Biblioteca Nacional (1957) de Govantes y Cabarrocas; el Teatro Nacional (1958) de Arroyo y Menéndez; la Renta de la Lotería (1958) de Lorenzo Gómez Fantoli; el Palacio Municipal (1958) de Govantes y Cabarrocas.

 

Algunos de los proyectos más importantes que realizó la empresa privada fueron: Hotel Habana Hilton (1957), de Welton Becket, Arroyo y Menéndez; Hotel Habana Riviera (1958) de Igor Polevitsky y Manuel Carrerá; el edificio Partagás (1954) de Max y Enrique Borges Recio; el Cabaret Tropicana (1951-1956) de Max Borges Recio; el Retiro Odontológico (1953) y el Retiro Médico (1958) de Antonio Quintana; el edificio FOCSA (1956) de Ernesto Gómez Sampera y Martín Domínguez; el Palacio de los Deportes (1957) de Arroyo y Menéndez; la Tienda Flogar (1956) de Silverio Bosch y Mario Romañach; el edificio de Evangelina Aristigueta de Vidaña (1956) de Mario Romañach.

 

 

Conclusiones

 

En Cuba las primeras décadas del siglo XX convirtieron a La Habana en una ciudad más activa y cosmopolita; fueron el período propicio para desarrollar un espíritu de renovación arquitectónica y urbana que participó del ambiente general de la nación, con el inicio de un nuevo siglo que traería su propia modernidad, la instauración de la República en 1902 y el anhelo de los cubanos de evidenciar los cambios. La Habana fue entonces objeto de la mayor fiebre constructiva de su historia, situación afín con un desarrollo poblacional impresionante; la urbanización del entonces municipio capitalino se compactó, su población en la década del 20 duplicó la de finales del XIX, y la triplicó en los años 40.

 

El territorio urbanizado hoy en Ciudad de la Habana es prácticamente el alcanzado en los años cuarenta. El ritmo de urbanización y la diversidad de lo fabricado en los primeros años de la República, debe mucho a una nueva forma de construir que se impuso con el siglo, hecho constructivo que debe ser analizado desde su importancia patrimonial.

 

La Habana, y con ella, sus calles y edificios son, quizás como ninguna otra ciudad de América, capaz de mostrarnos en la lectura de su urbanismo cada una de las etapas por la que transitó su historia y su arquitectura. Si hoy comprendemos el valor de la ciudad colonial y la conservamos, es urgente actuar en la ciudad que la sucedió, que atesora los más valiosos exponentes de una arquitectura nacional.

 

 

Francisco Morillas es Maestrante de Antropología Socio-Cultural de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana. Es museólogo e historiador.

 

Diamela María Morillas Maún, es Licenciada en Sociología de la Universidad de La Habana. Es especialista en Cooperación Internacional del Grupo de Desarrollo Local de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

 

Tomado de La Jiribilla

 

 


miércoles, 10 de noviembre de 2010

EN UNA ESQUINA DE BUENOS AIRES


EN UNA ESQUINA DE BUENOS AIRES

Me cité con su sombra en una esquina, no recuerdo ningún detalle simbólico de aquel lugar, Buenos Aires está lleno de lugares recónditos. Mil veces la vi aparecer entre la gente, despavoridas, iban tomando cada una rumbos inciertos, ajenos, desconocidos. Alguna melodía llegaba a mis oídos, procedente de cualquier ventana abierta en este veranito, cuando hay navidades en Madrid. Era un tango creo, o tal vez no, pero recuerdo un tango. Seguramente era Sabina cantando “Con la frente marchita” que tarareada desde aquí tiene otro significado.

Me cité con su ausencia, por allí desfilaron todos los Argentinos que aprecio, Fito me lanzó una carcajada desde ninguna parte, Charly abrió las ventanas de su incertidumbre para dejar caer desde un séptimo piso la melancolía, en la otra acera “La negra” y Gieco hacen dúo para llamar mi atención. Sin embargo no aparecía ella, pasaron de largo otras mujeres, todas llevaban su mirada, sus pupilas avejentadas, incluso pensé reconocer a cada madre de la plaza de mayo en aquellos ojos, en aquella tristeza. Pero ella no era ninguna, y era todas.

Me cité con su silueta, reconocí los lugares que ayer vi solo en postales, pero ahora están ahí, delante de mi, y falta su firma, su escritura. Nada pudo Baglietto convirtiendo adoquines en estrellas, ni Piero, ni Lerner, ni Gardel ni Lepera. Pasó Susana Rinaldí en un carrusel de luz, iban con ella Teresa Parodí y Nacha Guevara. En todas las canciones le escucho, le veo aparecer silbando mis recuerdos, tropiezo con la huella de Silvio y Pablo, con una muchacha que en sus auriculares íntimos escucha a Christopher Cross. Mi consuelo fueron Facundo Cabral, Alberto Cortez, y Les Lutihers.

Me cite con su ciudad, con su país sureño y andino, con el buen aire del Río de la Plata, con columnas, capiteles, cornisas, con el deseo acumulado de conocerte de nuevo, Maria Elena Walsh inundó de palomas mi esperanza, se mezclaron en mi pecho los poemas de Oliverio Girondo con los de Borges y Gelman. No supe ya nada más, continúo buscándole por el mundo, donde quiera que la fuerza del acento me circunda. “Volver” siempre será una recompensa, la ultima vez fue hace tanto tiempo, pero 20 años no es nada, por ahí andan Vitale, Piazzola, Santos/Discépolo.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Discurso pronunciado por José Martí el 26 de noviembre de 1891 en Tampa.

Discursos de José Martí

Discurso pronunciado por José Martí el 26 de noviembre de 1891 en Tampa. (1)


Cubanos:

Para Cuba que sufre, la primera palabra. De altar se ha de tomar a Cuba, para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella. Y ahora, después de evocado su amadísimo nombre, derramaré la ternura de mi alma sobre estas manos generosas que ¡no a deshora por cierto! acuden a dármele fuerzas para la agonía de la edificación; ahora, puestos los ojos más arriba de nuestras cabezas y el corazón entero sacado de mí mismo, no daré gracias egoístas a los que creen ver en mí las virtudes que de mí y de cada cubano desean; ni al cordial Carbonell, ni al bravo Rivero, daré gracias por la hospitalidad magnífica de sus palabras, y el fuego de su cariño generoso; sino que todas las gracias de mi alma les daré, y en ellos a cuantos tienen aquí las manos puestas a la faena de fundar, por este pueblo de amor que han levantado cara a cara del dueño codicioso que nos acecha y nos divide; por este pueblo de virtud, en donde se prueba la fuerza libre de nuestra patria trabajadora; por este pueblo culto, con la mesa de pensar al lado de la de ganar el pan, y truenos de Mirabeau junto a artes de Roland, que es respuesta de sobra a los desdeñosos de este mundo; por este templo orlado de héroes, y alzado sobre corazones. Yo abrazo a todos los que saben amar. Yo traigo la estrella, y traigo la paloma, en mi corazón.

No nos reúne aquí, de puro esfuerzo y como a regañadientes, el respeto periódico a una idea de que no se puede abjurar sin deshonor; ni la respuesta siempre pronta, y a veces demasiado pronta, de los corazones patrios a un solicitante de fama, o a un alocado de poder, o a un héroe que no corona el ansia inoportuna de morir con el heroísmo superior de reprimirla, o a un menesteroso que bajo la capa de la patria anda sacando la mano limosnera. Ni el que viene se afeará jamás con la lisonja(2), ni es este noble pueblo que lo reciba pueblo de gente servil y llevadiza. Se me hincha el pecho de orgullo, y amo aún más a mi patria desde ahora, y creo aún más desde ahora en su porvenir ordenado y sereno, en el porvenir, redimido del peligro grave de seguir a ciegas, en nombre de la libertad, a los que se valen del anhelo de ella para desviarla en beneficio propio; creo aún más en la república de ojos abiertos, ni insensata ni tímida, ni togada ni descuellada, ni sobreculta ni inculta, desde que veo, por los avisos sagrados del corazón, juntos en esta noche de fuerza y pensamiento, juntos para ahora y para después, juntos para mientras impere el patriotismo, a los cubanos que ponen su opinión franca y libre por sobre todas las cosas,-y a un cubano que se las respeta.

Porque si en las cosas de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes serían falaces(3) e inseguros, ese sería el bien que yo prefiriera: yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre. En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre: envilece a los pueblos desde la cuna el hábito de recurrir a camarillas personales, fomentadas por un interés notorio o encubierto, para la defensa de las libertades: sáquese a lucir, y a incendiar las almas, y a vibrar como el rayo, a la verdad, y síganla, libres, los hombres honrados. Levántese por sobre todas las cosas esta tierna consideración, este viril tributo de cada cubano a otro. Ni misterios, ni calumnias, ni tesón en desacreditar, ni largas y astutas preparaciones para el día funesto de la ambición. O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercico íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro(4) del hombre,-o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos. Para verdades trabajamos, y no para sueños. Para libertar a los cubanos trabajamos, y no para acorrararlos. ¡Para ajustar en la paz y en la equidad los intereses y derechos de los habitantes leales de Cuba trabajamos, y no para erigir, a la boca del continente, de la república, la mayordomía espantada de Veintimilla, o la hacienda sangrienta de Rosas, o el Paraguay lúgrube de Francia! ¡Mejor caer bajo los excesos del carácter imperfecto de nuestros compatriotas, que valerse del crédito adquirido con las armas de la guerra o las de la palabra que rebajarles el carácter! Este es mi único título a estos cariños, que han venido a tiempo a robustecer mis manos incansables en el servicio de la verdadera libertad. ¡Muérdanmelas los mismos a quienes anhelase yo levantar más, y ¡no miento! amaré la mordida, porque me viene de la furia de mi propia tierra, y porque por ella veré bravo y rebelde a un corazón cubano! ¡Unámonos, ante todo en esta fe; juntemos las manos, en prenda de esa decisión, donde todos las vean, y donde no se olvida sin castigo; cerrémosle el paso a la república que no venga preparada por medios dignos del decoro del hombre, para el bien y la prosperidad de todos los cubanos!

¡De todos los cubanos! ¡Yo no sé qué misterio de ternura tiene esta dulcísima palabra, ni qué sabor tan puro sobre el de la palabra misma de hombre, que es ya tan bella, que si se la pronuncia como se debe, parece que es el aire como nimbo de oro, y es trono o cumbre de monte la naturaleza! ¡Se dice cubano, y una dulzura como de suave hermandad se esparce por nuestras entrañas, y se abre sola la caja de nuestros ahorros, y nos apretamos para hacer un puesto más en la mesa, y echa las alas el corazón enamorado para amparar al que nació en la misma tierra que nosotros, aunque el pecado lo trastorne, o la ignorancia lo extravíe, o la ira lo enfurezca, o lo ensangriente el crimen! ¡Como que unos brazos divinos que no vemos, nos aprietan a todos sobre un pecho en que todavía corre la sangre y se oye todavía sollozar el corazón! ¡Créese allá en nuestra patria, para darnos luego trabajo de piedad, créese, donde el dueño corrompido pudre cuanto mira, un alma cubana nueva, erizada y hostil, un alma hosca, distinta de aquella alma casera y magnánima de nuestros padres e hija natural de la miseria que ve triunfar al vicio impune, y de la cultura inútil, que sólo halla empleo en la contemplación sorda de sí misma! ¡Acá, donde vigilamos por los ausentes, donde reponemos la casa que allá se nos cae encima, donde creamos lo que ha de reemplazar a lo que allí se nos destruye, acá no hay palabra que se asemeje más a la luz del amanecer, ni consuelo que se entre con más dicha por nuestro corazón, que esta palabra inefable y ardiente de cubano!

¡Porque eso es esta ciudad; eso es la emigración cubana entera; eso es lo que venimos haciendo en estos años de trabajo sin ahorro, de familia sin gusto, de vida sin sabor, de muerte disimulada! ¡A la patria que allí se cae a pedazos y se ha quedado ciega de la podre, hay que llevar la patria piadosa y previsora que aquí se levanta! ¡A lo que queda de patria allí, mordido de todas partes por la gangrena que empieza a roer el corazón, hay que juntar la patria amiga donde hemos ido, acá en la soledad, acomodando el alma, con las manos firmes que pide el buen cariño, a las realidades todas, de afuera y de adentro, tan bien veladas allí en unos por la desesperación y en otros por el goce babilónico, que con ser grandes certezas y grandes esperanzas y grandes peligros, son, aun para los expertos, poco menos que desconocidas! ¿Pues qué saben allá de esta noche gloriosa de resurrección, de la fe determinada y metódica de nuestros espíritus, del acercamiento continuo y creciente de los cubanos de afuera, que los errores de los diez años y las veleidades naturales de Cuba, y otras causas maléficas no han logrado por fin dividir, sino allegar tan íntima y cariñosamente, que no se ve sino un águila que sube, y un sol que va naciendo, y un ejército que avanza? ¿Qué saben allá de estos tratos sutiles, que nadie prepara ni puede detener, entre el país desesperado y los emigrados que esperan? ¿Qué saben de este carácter nuestro fortalecido, de tierra en tierra, por la prueba cruenta y el ejercicio diario? ¿Qué saben del pueblo liberal, y fiero, y trabajador, que vamos a llevarles? ¿Qué sabe el que agoniza en la noche, del que le espera con los brazos abiertos en la aurora? Cargar barcos puede cualquier cargador; y poner mecha al cañón cualquier artillero puede; pero no ha sido esa tarea menor, y de mero resultado y oportunidad, la tarea única de nuestro deber, sino la de evitar las consecuencias dañinas, y acelerar las felices, de la guerra próxima, e inevitable,-e irla limpiando, como cabe en lo humano, del desamor y del descuido y de los celos que la pudiesen poner donde sin necesidad ni excusa nos pusieron la anterior, y disciplinar nuestras almas libres en el conocimiento y orden de los elementos reales de nuestro país, y en el trabajo que es el aire y el sol de la libertad, para que quepan en ella sin peligro, junto a las fuerzas creadoras de una situación nueva, aquellos residuos inevitables de las crisis revueltas que son necesarias para constituirlas. ¡Y las manos nos dolerán más de una vez en la faena sublime, pero los muertos están mandando, y aconsejando, y vigilando, y los vivos los oyen, y los obedecen, y se oye en el viento ruido de ayudantes que pasan llevando órdenes, y de pabellones que se despliegan! ¡Unámonos, cubanos, en esta otra fe: con todos, y para todos: la guerra inevitable, de modo que la respete y la desee y la ayude la patria, y no nos la mate, en flor, por local o por personal o por incompleta, el enemigo: la revolución de justicia y de realidad para el reconocimiento y la práctica franca de las libertades verdaderas.

¡Ni los bravos de la guerra que me oyen tienen paces con estos análisis menudos de las cosas públicas, porque al entusiasta le parece crimen la tardanza misma de la sensatez en poner por obra el entusiasmo; ni nuestra mujer, que aquí oye atenta, sueña más que en volver a pisar la tierra propia, donde no ha de vivir su compañero, agrio como aquí vive y taciturno; ni el niño, hermano o hijo de mártires y de héroes, nutrido en sus leyendas, piensa en más que en lo hermoso de morir a caballo, peleando por el país, al pie de una palma!

¡Es el sueño mío, es el sueño de todos; las palmas son novias que esperan: y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas! Eso es lo que queríamos decir. A la guerra del arranque, que cayó en el desorden, ha de suceder, por insistencia de los males públicos, la guerra de la necesidad, que vendría floja y sin probabilidad de vencer, si no le diese su pujanza aquel amor inteligente y fuerte del derecho por donde las almas más ansiosas de él recogen de la sepultura el pabellón que dejaron caer, cansados del primer esfuerzo, los menos necesitados de justicia. Su derecho de hombres es lo que buscan los cubanos en su independencia; y la independencia se ha de buscar con alma entera de hombre. ¡Que Cuba, desolada, vuelve a nosotros los ojos! ¡Que los niños ensayan en los troncos de los caminos la fuerza de sus brazos nuevos! ¡Que las guerras estallan, cuando hay causas para ella, de la impaciencia de un valiente o de un grano de maíz! ¡Que el alma cubana se está poniendo en fila, y se ven ya, como al alba, las masas confusas! ¡Que el enemigo, menos sorprendido hoy, menos interesado, no tiene en la tierra los caudales que hubo de defender la vez pasada, ni hemos de entretenernos tanto como entonces en dimes y diretes de localidad, ni en competencias de mando, ni de envidias de pueblo, ni en esperanzas locas! ¡Que afuera tenemos el amor en el corazón, los ojos en la costa, la mano en la América, y el arma al cinto! ¿Pues quién no lee en el aire todo eso con letras de luz? Y con letras de luz se ha de leer que no buscamos, en este nuevo sacrificio, meras formas, ni la perpetuación del alma colonial en nuestra vida, con novedades de uniforme yanqui, sino la esencia y realidad de un país republicano nuestro, sin miedo canijo(5) de unos a la expresión saludable de todas las ideas y el empleo honrado de todas las energías,-ni de parte de otros aquel robo al hombre que consiste en pretender imperar en nombre de la libertad por violencias en que se prescinde del derecho de los demás a las garantías y los métodos de ella. Por supuesto que se nos echarán atrás los petimetres de la política, que olvidan cómo es necesario contar con lo que no se puede suprimir,-y que se pondrá a refunfuñar el patriotismo de polvos de arroz, so pretexto de que los pueblos, en el sudor de la creación, no dan siempre olor de clavellina(6). ¿Y qué le hemos de hacer? ¡Sin los gusanos que fabrican la tierra no podrían hacerse palacios suntuosos! En la verdad hay que entrar con la camisa al codo, como entra en la res el carnicero.

Todo lo verdadero es santo, aunque no huela a clavellina. ¡Todo tiene la entraña fea y sangrienta; es fango en las artesas(7) el oro en que el artista talla luego sus joyas maravillosas; de lo fétido de la vida saca almíbar la fruta y colores la flor; nace el hombre del dolor y la tiniebla del seno maternal, y del alarido y el desgarramiento sublime; y las fuerzas magníficas y corrientes de fuego que en el horno del sol se precipitan y confunden, no parecen de lejos a los ojos humanos sino manchas! ¡Paso a los que no tienen miedo a la luz: caridad para los que tiemblan de sus rayos!

Ni vería yo esa bandera con cariño, hecho como estoy a saber que lo más santo se toma como instrumento del interés por los triunfadores audaces de este mundo, si no creyera que en sus pliegues ha de venir la libertad entera, cuando el reconocimiento cordial del decoro de cada cubano, y de los modos equitativos de ajustar los conflictos de sus intereses, quite razón a aquellos consejeros de métodos confusos que sólo tienen de terribles lo que tiene de terca la pasión que se niega a reconocer cuanto hay en sus demandas de equitativo y justiciero. ¡Clávese la lengua del adulad

or popular, y cuélguese al viento como banderola de ignominia, donde sea castigo de los que adelantan sus ambiciones azuzando en vano la pena de los que padecen, u ocultándoles verdades esenciales de su problema, o levantándoles la ira:-y al lado de la lengua de los aduladores, clávese la de los que se niegan a la justicia!

¡La lengua del adulador se clave donde todos la vean,-y la de los que toman por pretexto las exageraciones a que tiene derecho la ignorancia, y que no puede acusar quien no ponga todos los medios de hacer cesar la ignorancia, para negarse a acatar lo que hay de dolor de hombre y de agonía sagrada en las exageraciones que es más cómodo excomulgar, de toga y birrete, que estudiar, lloroso el corazón, con el dolor humano hasta los codos! En el presidio de la vida es necesario poner, para que aprendan justicia, a los jueces de la vida. El que juzgue de todo, que lo conozca todo. No juzgue de prisa el de arriba, ni por un lado: no juzgue el de abajo por un lado ni de prisa. No censure el celoso el bienestar que envidia en secreto. ¡No desconozca el pudiente el poema conmovedor, y el sacrificio cruento, del que se tiene que cavar el pan que come; de su sufrida compañera, coronada de corona que el injusto no ve; de los hijos que no tienen lo que tienen los hijos de los otros por el mundo! ¡Valiera más que no se desplegara esa bandera de su mástil, si no hubiera de amparar por igual a todas las cabezas!

Muy mal conoce nuestra patria, la conoce muy mal, quien no sepa que hay en ella, como alma de lo presente y garantía de lo futuro, una enérgica suma de aquella libertad original que cría el hombre en sí, del jugo de la tierra y de las penas que ve, y de su idea propia y de su naturaleza altiva. Con esta libertad real y pujante, que sólo puede pecar por la falta de la cultura que es fácil poner en ella, han de contar más los políticos de carne y hueso que con esa libertad de aficionados que aprenden en los catecismos de Francia o de Inglaterra, los políticos de papel. Hombres somos, y no vamos a querer gobiernos de tijeras y de figurines, sino trabajo de nuestras cabezas, sacado del molde de nuestro país. Muy mal conoce a nuestro pueblo quien no observe en él como a la par de este ímpetu nativo que lo levanta para la guerra y no lo dejará dormir en la paz, se ha criado con la experiencia y el estudio, y cierta ciencia clara que da nuestra tierra hermosa, un cúmulo de fuerzas de orden, humanas y cultas,-una falange de inteligencias plenas, fecundadas por el amor al hombre, sin el cual la inteligencia no es más que azote y crimen,-una concordia tan íntima, venida del dolor común, entre los cubanos de derecho natural, sin historia y sin libros, y los cubanos que han puesto en el estudio la pasión que no podían poner en la elaboración de la patria nueva,-una hermandad tan ferviente entre los esclavos ínfimos de la vida y los esclavos de una tiranía aniquiladora,-que por este amor unánime y abrasante de justicia de los de un oficio y los de otro; por este ardor de humanidad igualmente sincero en los que llevan el cuello alto, porque tienen alta la nuca natural, y los que lo llevan bajo, porque la moda manda lucir el cuello hermoso; por esta patria vehemente en que se reúnen con iguales sueños, y con igual honradez, aquéllos a quienes pudiese divorciar el diverso estado de cultura-sujetará nuestra Cuba, libre en la armonía de la equidad, la mano de la colonia que no dejará a su hora de venírsenos encima, disfrazada con el guante de la república. ¡Y cuidado, cubanos, que hay guantes tan bien imitados que no se diferencian de la mano natural! A todo el que venga a pedir poder, cubanos, hay que decirle a la luz, donde se vea la mano bien: ¿mano o guante?-Pero no hay que temer en verdad, ni hay que regañar. Eso mismo que hemos de combatir, eso mismo nos es necesario. Tan necesario es a los pueblos lo que sujeta como lo que empuja: tan necesario es en la casa de familia el padre, siempre activo, como la madre, siempre temerosa. Hay política hombre y política mujer. ¿Locomotora con caldera que la haga andar, y sin freno que la detenga a tiempo? Es preciso, en cosas de pueblo, llevar el freno en una mano, y la caldera en la otra. Y por ahí padecen los pueblos: por el exceso de freno, y por el exceso de caldera.

¿A qué es, pues, a lo que habremos de temer? ¿Al decaimiento de nuestro entusiasmo, a lo ilusorio de nuestra fe, al poco número de los infatigables, al desorden de nuestras esperanzas? Pues miro yo a esta sala, y siento firme y estable la tierra bajo mis pies, y digo: ¡Mienten! Y miro a mi corazón, que no es más que un corazón cubano, y digo:-¡Mienten!

¿Tendremos miedo a los hábitos de autoridad contraídos en la guerra, y en cierto modo ungidos por el desdén(8)diario de la muerte? Pues no conozco yo lo que tiene de brava el alma cubana, y de sagaz(9) y experimentado el juicio de Cuba, y lo que habrían de contar las autoridades viejas con las autoridades vírgenes, y aquel admirable concierto de pensamiento republicano y la acción heroica que honra, sin excepciones apenas, a los cubanos que cargaron armas; o, como que conozco todo eso, al que diga que de nuestros veteranos hay que esperar ese amor criminal de sí, ese postergamiento de la patria a su interés, esa traición inicua(10) a su país, le digo:-¡Mienten!

¿O nos ha de echar atrás el miedo a las tribulaciones de la guerra, azuzado por gente impura que está a paga del gobierno español, el miedo a andar descalzo, que es un modo de andar ya muy común en Cuba, porque entre los ladrones y los que los ayudan, ya no tienen en Cuba zapatos sino los cómplices y los ladrones? -Pues como yo sé que el mismo que escribe un libro para atizar(11) el miedo a la guerra, dijo en versos, muy buenos por cierto, que la jutía(12) basta a todas las necesidades del campo en Cuba, y sé que Cuba está otra vez llena de jutías, me vuelvo a los que nos quieren asustar con el sacrificio mismo que apetecemos, y les digo:-¡Mienten!

¿Al que más ha sufrido en Cuba por la privación de la libertad le tendremos miedo, en el país donde la sangre que derramó por ella se la hecho amar demasiado para amenazarla? ¿Le tendremos miedo al negro, al negro generoso, al hermano negro, que en los cubanos que murieron por él ha perdonado para siempre a los cubanos que todavía lo maltratan? Pues yo sé de manos de negro que están más dentro de la virtud que las de blanco alguno que conozco: yo sé del amor negro a la libertad sensata, que sólo en la intensidad mayor y natural y útil se diferencia del amor a la libertad del cubano blanco: yo sé que el negro ha erguido el cuerpo noble, y está poniéndose de columna firme de las libertades patrias. Otros le teman: yo lo amo: a quien diga mal de él, me lo desconozca, le digo a boca llena:-¡Mienten!.

¿Al español en Cuba habremos de temer? ¿Al español armado, que no nos pudo vencer por su valor, sino por nuestras envidias, nada más que por nuestras envidias? ¿Al español que tiene en el Sardinero(13) o en La Rambla(14) su caudal y se irá con su caudal, que es su única patria; o al que lo tiene en Cuba, por apego a la tierra o por la raíz de los hijos, y por miedo al castigo opondrá poca resistencia, y por sus hijos? ¿Al español llano, que ama la libertad como la amamos nosotros, y busca con nosotros una patria en la justicia, superior al apego a una patria incapaz e injusta, al español que padece, junto a su mujer cubana, del desamparo irremediable y el mísero porvenir de los hijos que le nacieron con el estigma de hambre y persecución, con el decreto de destierro en su propio país, con la sentencia de muerte en vida con que vienen al mundo los cubanos? ¿Temor al español liberal y bueno, a mi padre valenciano, a mi fiador montañés, al gaditano(15) que me velaba el sueño febril, al catalán que juraba y votaba porque no quería el criollo huir con sus vestidos, al malagueño que saca en sus espaldas del hospital al cubano impotente, al gallego que muere en la nieve extranjera, al volver de dejar el pan del mes en la casa del general en jefe de la guerra cubana? ¡Por la libertad del hombre se pelea en Cuba, y hay muchos españoles que aman la libertad! ¡A estos españoles los atacarán otros: yo los ampararé toda mi vida! A los que no saben que esos españoles son otros tantos cubanos, les decimos:-¡¡Mienten!!

¿Y temeremos a la nieve extranjera? Los que no saben bregar con sus manos en la vida, o miden el corazón de los demás por su corazón espantadizo, o creen que los pueblos son meros tableros de ajedrez, o están tan criados en la esclavitud que necesitan quien les sujete el estribo para salir de ella, esos buscarán en un pueblo de componentes extraños y hostiles la república que sólo asegura el bienestar cuando se le administra en acuerdo con el carácter propio, y de modo que se acendre(16) y realce. A quien crea que falta a los cubanos coraje y capacidad para vivir por sí en la tierra creada por su valor, le decimos: ¡Mienten!

Y a los lindoros que desdeñan hoy esta revolución santa cuyos guías y mártires primeros fueron hombres nacidos en el mármol y seda de la fortuna, esta santa revolución que en el espacio más breve hermanó, por la virtud redentora de las guerras justas, al primogénito heróico y al campesino sin heredad, al dueño de hombres y a sus esclavos; a los olimpos de pisapapel, que bajan de la trípode calumniosa para preguntar aterrados, y ya con ánimos de sumisión, si ha puesto el pie en tierra este peleador o el otro, a fin de poner en paz el alma con quien puede mañana distribuir el poder; a los alzacolas que fomentan, a sabiendas, el engaño de los que creen que este magnífico movimiento de almas, esta idea encendida de la redención decorosa, este deseo triste y firme de la guerra inevitable, no es más que el tesón de un rezagado indómito, o la correría de un general sin empleo, o la algazara de los que no gozan de una riqueza que sólo se puede mantener por la complicidad con el deshonor o la amenaza de una turba obrera, con odio por corazón y papeluchos por sesos, que irá, como del cabestro, por donde la quiera llevar el primer ambicioso que la adule, o el primer déspota encubierto que le pase por los ojos la bandera,-a lindoros, o a olimpos, y a alzacolas, -les diremos:-¡Mienten¡ Esta es la turba obrera, el arca de nuestra alianza, el tahalí, bordado de mano de mujer, donde se ha guardado la espada de Cuba, el arenal redentor donde se edifica, y se perdona, y se prevé y se ama!

¡Basta, basta de meras palabras! Para lisonjearnos no estamos aquí, sino para palparnos los corazones, y ver que viven sanos, y que pueden; para irnos enseñando a los desesperanzados, a los desbandados, a los melancólicos, en nuestra fuerza de idea y de acción, en la virtud probada que asegura la dicha por venir, en nuestro tamaño real, que no es de presuntuoso, ni de teorizante, ni de salmodista, ni de melómano(17), ni de cazanubes, ni de pordiosero. Ya somos uno, y podemos ir al fin: conocemos el mal, y veremos de no recaer; a puro amor y paciencia hemos congregado lo que quedó disperso, y convertido en orden entusiasta lo que era, después de la catástrofe, desconcierto receloso; hemos procurado la buena fe, y creemos haber logrado suprimir o reprimir los vicios que causaron nuestra derrota, y allegar con modos sinceros y para fin durable, los elementos conocidos o esbozados(18) con cuya unión se puede llevar la guerra inminente al triunfo. ¡Ahora, a formar filas! ¡Con esperar, allá en lo hondo del alma, no se fundan pueblos! Delante de mí vuelvo a ver los pabellones(19), dando órdenes; y me parece que el mar que de allá viene, cargado de esperanza y de dolor, rompe la valla de la tierra ajena en que vivimos, y revienta contra esas puertas sus olas alborotadas... ¡Allá está, sofocada en los brazos que nos la estrujan y corrompen! ¡Allá está, herida en la frente, herida en el corazón, presidiendo, atada a la silla de tortura, el banquete donde las bocamangas de galón de oro ponen el vino del veneno en los labios de los hijos que se han olvidado de sus padres! ¡Y el padre murió cara a cara al alférez, y el hijo va, de brazo con el alférez, a pudrirse a la orgía! ¡Basta de meras palabras! De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno ni el malo. Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, nos la violan y nos la befan(20) y nos la gangrenan a nuestros ojos, nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla para la república verdadera; lo que por nuestra pasión, por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla; alcémonos para darles tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: ¡Con todos, y para el bien de todos!


(1)Invitado por el Club Ignacio Agramonte de Tampa, para tomar parte en una gran fiesta de carácter artístico-literario a beneficio del Club, Martí llegó por primera vez a Tampa a medianoche del 25 de noviembre, y el día 26 pronunció en el Liceo Cubano de esa ciudad el discurso que es conocido por Con todos y para el bien de todos. El discurso fue tomado taquigráficamente por Francisco María González, lector del taller de Eduardo H. Gato, de Cayo Hueso. Reproducido en hoja suelta con el título Por Cuba y para Cuba, el discurso provocó el conocido incidente entre Enrique Collazo y José Martí.

(2)Adulación, alabanzas

(3)Engaños.
(4)Honor, respeto y pureza.

(5)Enfermo,raquítico, débil.
(6)Clavel de florecitas sencillas.
(7)Recipiente que sirve para amasar el pan.

(8)Desprecio, indiferencia.
(9)Prudente, precavido.
(10)Injusta.
(11)Avivar pasiones.
(12) Mamífero roedor de las Antillas. Es muy miedoso y cobarde.

(13)Barco de pescar sardinas.
(14)Muelle. Andén a orillas del mar.
(15)Natural de Cádiz.

(16)Puro y sin mancha.

(17)Amante de la música.

(18)Hacer un bosquejo.
(19)Tienda de campaña de forma cónica.
(20)Burla, mofa.

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