jueves, 29 de mayo de 2014

CAMINO DEL MUELLE VIEJO

Camino del muelle viejo

se atascan los relojes
se detiene (como en las fotografías)
el tiempo bajo esas nubes
“panza de burro” del verano
con ese olor a mar que excita.

Las barcas, pequeñas, heridas
dormitan sobre las rocas
redondas de tanto golpear el mar
contra la furia petrificada del volcán.
Las casas que en otro tiempo fueron majestuosas
conservan ese donaire
que las eleva sobre las calles sin aceras
como una gaviota suspendida en el viento.

¿Qué luz viaja recta hasta su piel?
duele esta claridad estática
rama de un árbol que vivé bajo el mar
ala, solo el ala que un tímido pez enseña
y salta para ver sobre el plateado mar
ese horizonte que no sabe de ríos
animales salvajes ni bestias oscuras.

Camino del muelle viejo se oxida el pasado
preso de los aleros altos, de los balcones de madera
adornados con flores y ancianas que miran
un rayo de sol traspasa a lo lejos ese mar de nubes,
y los niños juegan en la orilla a ser marineros.

Camino del muelle viejo
nadie me cuenta nada
supongo estos versos, supongo

solamente supongo.

CIUDAD A BARLOVENTO

Ciudad que mira al mar
como de puntillas empinada en cada ola,
te rigen las mareas, el viento que encrespa tus tejados
y trae el salitre, como beso regalado a mis labios.

Puerto de donde parten pescadores
con el corazón encogido y en los bolsillos,
en el alma, el espacio exacto
para llevarse consigo la esperanza.
Cuanta despedida cuanto adiós
mirando a lo lejos el volcán
se vuelven ceniza, sal, angustia
en el cristal horizontal azul de todos tus paisajes.

Ciudad que te detienes
en la roca que se luce orgullosa
desde las esquinas de las casas más viejas,
dando la sólida serenidad de piedras que respiran.
No dejes que el cemento sin alma te carcoma
no dejes que el cristal sin memoria te derrumbe,
átalos con amor a tu existencia
a tu moderna presencia de estar viva.

Desoye esas ordenanzas absurdas
que prohíben un balcón en calles estrechas,
todo el esplendor de tu belleza, ciudad
recae en tus balcones, tus balcones Canarios
aun los más pequeños, los más sencillos.
Que dancen en el aire los pañuelos
que digan adiós a cada barco.
Aquí el mar se divide en las mil latitudes
y crece en mis pupilas la rosa de los vientos.

nov-2002 (Dedicado desde el Puerto de la Cruz, a Cesar Manrique)

miércoles, 21 de mayo de 2014

ODA AL GATO

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.
*
Pablo Neruda

IMAGENES Y POEMAS 4