a mi amiga Vivian y su mundo magico.
Y entonces llegue al refugio, agotado del ardiente sol de los veranos cálidos de Cuba, ...allí en casa de mi amiga, entre la suave frescura de los helechos húmedos que con tanto trabajo han cultivado en el corazón de un apartamento de Miramar, veo como florecieron las nuevas orquídeas del tronco viejo, y hoy estaban especialmente alegres los peces de la pecera tropical, con sus colores mas vivos que nunca, jugueteando con las burbujas que emergen del cofrecito de barro que hicieron para el fondo. Aquí podíamos hablar de arte largo y tendido, todos sus adornos de una forma u otra estaban llenos de un arte, que si no lo poseía el objeto en sí, era tal vez con la gracia que estaba colocado en el lugar exacto. Habíamos construido un país de fantasía, como Tolkien, solo para nosotros. Discutimos como siempre de la última película y salió el tema del programa de ayer, de la política asquerosa y sucia donde todos coincidíamos. Planificamos el próximo cumpleaños, para entre todos buscar los ingredientes de la fiesta y después de un rato sin ponernos de acuerdo en el menú de esta vez, terminamos tomándonos un buen café en aquellas tazas de cerámica verde.
Fue entonces cuando sucedió que escuchamos el grito en medio de la tarde que rajaba en dos el tiempo, -¡Crisstiannnnnn! y comprendimos rápidamente de que se trataba, era la dulce madre de un niño del barrio que lo llamaba con una voz que parecía que de su garganta salían como flechas las palabras, como cuchillos que se clavarían en su propio hijo, una especie de suicida sonora, y nos fuimos al taller para poner música y olvidar el incidente.
En el viejo tocadiscos ruso, esta puesto el disco de ABBA, como seña de lo último que se escucho, tal vez estando yo mismo entre los que lo oyeron, y por el orden de los discos bien se podía apreciar que se solían poner mucho las estaciones de Vivaldi, el mujeres de Silvio y los grandes éxitos de Barbra Streinsand, y es que solo en un lugar tan peculiar podían darse cita tan disimiles personajes del mundo de la música.
Hicimos espacio entre las bicicletas para sentarnos todos en torno de la mesa de dibujo, donde tantas veces dieron vueltas los dibujos de la universidad, puntos de fuga que se salían de los planos, restos de ideas olvidadas entre las vetas de la madera desnuda. Ahora eran piezas de cerámica roja las que se cocían en la mesa de las ideas. Llenas de huellas tan nuestras como nuestros sueños. Y una sobre otra, huella sobre huella, fuimos amoldando aquella vieja idea de la hermandad, de escasos pesos compartidos, de un plato para dos, de convivir en el horno donde se funde la amistad.
La verdad paseaba desnuda entre nosotros, pagina a pagina, poema tras poema, bajaba las escaleras de la noche intentando encontrarse en el nuevo amanecer de un planeta lejanisimo.
Y así, de "Correos de la Unesco" cazados en los portales de la ciudad podrida, de libros prohibidos con paginas gastadas por nuestras mismas manos, de compartir de algún modo todo lo que amábamos, fue cada vez más débil la posibilidad de la distancia.
Trague en seco aquella idea fija de marchar, ya en su pasaporte de antes tenia las huellas de posibles viajes anteriores en fuga hacia su suerte.
Quiso la vida golpear cada vez más bajo, y ahora estoy lejos en el horizonte soñado, extrañándole, viendo sus fantasmas sonrientes aparecer entre la niebla o tal vez sea yo quien reaparezca siempre entre el pasado, buscando un refugio en esta Europa salvaje que me devora en su vientre, Lisboa, Madrid, ansiada Barcelona, Tenerife de volcán y bruma. Pero aquí el mar siempre me resulta gris y el cielo de todos cuelga en un aire indiferente.
En las paredes colgaban los adornos más originales, desde hojas secas enmarcadas a modo de cuadro, hasta las pinturas de nuestro amigo pintor y por supuesto las más disimiles piezas de cerámica.
El barro teníamos que irlo a buscar en bicicletas hasta "Calabazar", 12 kilómetros en línea recta desde Miramar, un viaje para encargarlo y otro para traerlo, después teníamos que amasarlo a golpes contra el suelo y almacenarlo húmedo para un par de meses, podríamos decir que estaba húmedo de nuestro sudor más que de agua, y por esa razón era tan eficazmente flexible a nuestras ideas.
Del barro mi amiga lo descubrio todo, su calidad, su composición adecuada, sus niveles de humedad, la elasticidad de las pastas, el torno, los utensilios, el paleteado, el bruñido, la cocción, el bizcocho, los esmaltes, la barbotina, el engobe, la cochura al serrín y la utilización de este una vez cocidas las piezas, y todo lo que hay que inventar para llevar a cabo una idea en medio de tanta escasez.
A ella agradezco mi afición por la alfarería, un oficio sano y viejo, que con un poco de idea y amor puedes lograr un sueño.
...Y entonces llegue a su refugio, agotado del ardiente sol de los veranos cálidos de Cuba...
Onelio Perez
diciembre 1999-abril 2000
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