LA IMPETUOSA OLA INVADE
Ahora no pasa un tigre sino su descripción.
-V.Piñera-
Vamos a salvarnos del cielo
tal vez aun tengamos tiempo,
en medio de cada himno agitense los miembros
rócense los sudorosos cuerpos en cada multitud,
cambiemos cada apellido fingido de la muerte
por la cubanía que nos hermana sin colores.
Cae la hoja de la Yagruma
lentamente en el aire se dibuja su plateado perfil
en cámara lenta se posa a nuestros pies
atestados de lujurias y pecados,
recogemos el cadáver intacto de su estatua
y lo ponemos en un rincón a modo de presagio
y va engarrotándose, ......................afuera el país agoniza,
se desdobla en pálida angustia, ........el país ya delira,
permanece inmóvil una eternidad
hasta que el polvo y la humedad le vencen
.........................................................el país entre tanto se ha maquillado el rostro con la última mentira del ciempiés.
Desfilamos frente a jinetes de bronce
con sus caballos en dos patas mirando al mar
simbolismos que nada dicen a quienes marchan obedientes
frente a los bustos de mármoles perfumados.
Aún podemos salvarnos del cielo
vamos en caída libre con todo el peso de la isla
y esta maldita gravedad que nos imanta los pies
sin importarle mucho si abajo tenemos una tibia mujer
una foto de Dios, una bandera,
o el suelo ensangrentado
de esa falsa palabra que es la patria.
LOS ÚLTIMOS GLÓBULOS ROJOS DE UN DRAGÓN
tiñen con imperial dignidad el manto de una decadencia
-V.Piñera-
Que empeño brutal de silenciarte
miedo tal vez de que tus palabras más viejas
pudieran quebrar la ficticia
y frágil realidad de una consigna.
Matarte de silencio, de soledad, de indiferencia,
pretendieron asesinarte a hurtadillas
cagados de miedo,
con ese mismo y pestilente temblor
con que ignoran pararse en una esquina
ir a comprar un periódico, o decir buenos días
al primer desconocido que tropecemos en la acera.
Eso no pudieron quitarte
esa libertad de un zapato gastado
ese rumor que se mece con la ropa en la tendedera
y escurre, toda la rabia de una bomba atómica
en la logarítmica sonrisa que se lanza a un espejo.
En fin eso es el miedo,
tu única arma en esta guerra desigual
es la palabra y también es tu escudo
pero ellos no contaban con tu mayor virtud
¡el tiempo!,
ese tiempo que se desdobla
se enjuaga el rostro una buena mañana
como si nada hubiese pasado:
y sale a comprar el pan, pararse en una esquina
y dice buenos días al primer desconocido
que se arrodilla ante una tumba sin flores.
EN MEDIO DE UN GRAN SILENCIO
Yo no quería la manzana de la señora Santana
ni una ni dos, pues no sabía a que sabe una manzana.
El árbol de navidad que recuerdo esta perennemente
anclado en las fotos de mi primer cumpleaños,
yo tuve fotos del primer cumpleaños, y después otras
cinco años después mi hermana ya no tuvo
hoy solo pervive en las pupilas de los viejos.
Lezama y Virgilio fueron devorados por el silencio.
en un Caribeño país que en esos años
se dio el lujo de editar cientos de libros,
tantos que algunos se infiltraron
y se volvieron aves negras en el blanco cielo.
Martí será algún día totalmente publicable.
Y el diario de los soldados muertos
que también tienen palabras.
Zenea y Casal fueron embestidos por la muerte.
Iconoclasta y sin estatua
no quiero una calle que me nombre en vida,
después ya me da igual, siempre será mejor
que una calle se llame como un poeta y no un pálido numero
aunque ninguno de los que cruzan sus aceras
pueda decirnos alguno de sus versos.
El pionero que fui me mira en el espejo
no soportaré nunca las corbatas, menos las guayaberas,
tal vez algún día me fume un tabaco gris
humo gris, lento en el aire, dibujando arabescos
para meditar sobre la vida y la muerte.
Cuantas barbas me he cortado,
¿que bigotes horribles subrayaron mi nariz?
¿dónde esta la larga melena que nunca tuve?
¿dónde guarda mis trozos de cabellos el barbero?
Hipnotízame después que muerda este silencio
devórame, ponme sal, azúcar a gusto, haz lo que quieras
todos tarde o temprano seremos ceniza.
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