Lo que si suelo hacer, es dejarles cosas adentro, del momento en el que los comencé a leer y a veces perduran allí por años, y cuando los vuelvo a abrir me dan grandes sorpresas.
Pueden ser los comprobantes de compras, una foto de la época, el planito del metro, o los papelitos con sus impresiones escritos a mano por una tia que ame (y amo) con la que comparti poemas, libros emociones.
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