Que te den
gato por liebre,
que se
fundan de golpe tus bombillos
y oscuro y
ciego te comas a ti mismo
y que tu
carne sepa a limones podridos
a tuercas
oxidadas y olores putrefactos.
Por tus ojos
que nazcan falanges deformes,
sienta tu
pecho una frialdad metálica
y por tu
boca escupas tinta de calamar.
Ardan tus
sueños en el aliento toxico de tu bostezo
los espejos
te den la espalda
y te
reflejen como yo te veo.
Que los
zapatos huyan para que descalzo
vayas por el
mundo quemándote los pies,
que se
instale en tu mente un ruido aterrador
que te
rodeen los alacranes y te escolte un ciempiés
que te
trague de golpe tu sombrero,
montes un
renacuajo como si montaras un corcel.
Que tu
paisaje sea una pared de ladrillos
que llorando
pases cada noche
y que
despiertes creyendo
que te
orinaste en la cama.
Que te den
gato por liebre
que se vaya
la luz
que venga un
tsunami
un huracán,
un tornado
cada vez que
pongas reggaeton.
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