Esta entrada va
con un poco de historia.
Durante mis
primeras caminatas por el Puerto de la Cruz en 1998, en la Plaza José de Arroyo,
muy próxima a la Plaza del Charco, encontré un conjunto escultórico con la
estatua de un anciano pintor, que portaba su pincel y su paleta, pero donde debía
estar la placa alegórica, solo estaban los orificios vacíos, lo que llamo
profundamente mi atención y me di a la tarea de saber mas sobre aquel personaje
desconocido que alguna vez había merecido tan hermoso homenaje.
Por esos mismos días
leía el libro de Dulce María Loynaz "Un verano en Tenerife" que fue
quien me ayudo a comprender un poco mas a aquellas islas y comenzar a mirar con
otros ojos aquella isla maravillosa de Tenerife. Pues en el libro aparece en un
capitulo, un dialogo, entre la poetisa Cubana y el pintor Canario Francisco
Bonnin, además de comentar sobre su arte, sus visitas a "su casita
soleada" hogar del pintor en el Puerto de la Cruz, cuando ya tenia 83 años,
y la triste historia de la hermana del pintor que tanto la conmueve.
La escultura era
la de Francisco Bonnin, y por aquellos días nació este poema, cuyos primeros
versos fueron escritos aun sin saber de quien se trataba y quedo finalmente
terminado en 2002. Felizmente la tarja con
su nombre un buen día regreso a la escultura y allí perduran en el corazón
del Puerto, este es mi pequeño homenaje a
este pintor, maestro consagrado de la acuarela, fundador de la Agrupación de Acuarelistas
Canarios y sin lugar a dudas un prestigioso y talentosísimo artista.
a Francisco Bonnín
Inmóvil
con el
aire moviendo el bronce de sus cabellos
mirando
de reojo a la ciudad
que
indiferente pasa por su lado,
sin
apenas leer ese cartel transparente
que
alguna vez debió nombrarle.
Algún
turista distraído
con sus
calcetines blancos
soportando
el olor de los bidones de basura
intentando
encontrar algún letrero
que le
identifique.
Jamás
he visto una flor colocada a tus pies
tan
solo se marchita la ciudad,
mientras
de tu paleta brotan rosas.
Yo te
regalo este poema
la
naturaleza muerta de mis palabras
marina
de mi alma vagabunda.
Pasaré
por tu lado
miraré
de reojo tu silueta
tus
pinceles como dardos disparados
escribirán
una vez más en mi corazón
tu
nombre transparente,
el arco
iris nace en tu paleta
mientras
el aire mueve el bronce de tus cabellos.
diciembre 2002
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