jueves, 2 de febrero de 2017

EN EL DULCE NOMBRE DE MARIA

Estos poemas, aparecen en el libro "Isla Sola" 2002 dedicado al centenario de Dulce María Loynaz. Aquí una selección con aquellos poemas que me llevaron a dedicarle el libro, por su centenario, por lo que significo su persona y su obra en mi ultima etapa en Cuba, y mis primeros años en España. Por nuestras Islas.



¿HACIA DÓNDE VAS DULCE MARÍA?

¿Hacia dónde vas río de plata
llevándote en la claridad del agua
el rostro de la luna sola
y el silencio de la voz del alba?

¿Hacia dónde vas ola que vuelves
espuma de mar, flor de lo breve?
Te quedas poesía en los rincones
como lluvia y como nieve,
arpegio manantial de donde fluyen
soledades que pueblan los paisajes
con tu canto de siempre.

¿Hacia dónde vas Dulce María?
dama de la palabra humana
íntima armonía de lo eterno

esperando el amor tras las ventanas.

PEQUEÑA CONVERSACIÓN CON DULCE MARÍA LOYNAZ
ACERCA DEL RÍO ALMENDARES

Su nombre musical conserva
este río que ya no sabe
hacia donde fluye.
¿Juegos de agua?
el río aunque parezca que se va, siempre se queda.
¿Hacia dónde se han llevado
la finura de su pie y su talle.?

Nunca digas qué mano te lo arranca
tampoco de qué piedra de tu pecho nace,
ya no es aquel ladrón de las miradas.
Reposar en sus orillas, los pies en el agua
era toda gloria revivida.

Este que aún pasa bajo los cansados puentes
endereza su cauce huyendo de los vertidos
que envenenan sus cristales.
Ya no es aquel,
pasamos deprisa por su lado
intentando no respirar
como si a doscientos pasos más allá
el aliento de la ciudad no fuera igual.

Restauremos el río mejor que la casa
aunque nunca pague nadie para verle.

Ya no serás iluminada, patria
no bebas las estrellas de ese río,
eso fue en otro tiempo
cuando las estrellas jugaban en su espejo
y el agua era encantada.

DIVAGACIONES

a Dulce María Loynaz

En el jardín las rosas mañana se marchitarán
solo en mi alma perdurarán por siempre
primaveras las alas color de eternidad.


¿Sabes acaso qué es la sombra inquieta?
mariposa veloz que acaricia el aire
y con un beso tierno, en cada rosa explora.
Para ti lo mismo, la sed enamorada de la fuente
el sueño de la gota por ser mar.

Amar ser la música de cada estrella
reposo de roca, nube que pasa
serenidad de agua, fragilidad de lluvia
lágrima de ojos ajenos, sufrir en otros pechos
y con las manos llenas de un amor sin odio
derrochar esa luz de verde incandescencia.

Más lejano, cada vez más lejano,
corazón inclinado
los años huyen sin poder atraparlos,
temo que se lleve aquello que tanto amo
temo irme yo, sin saber como dejarlos.

Y todo es divagar, presentir, alucinar
la alargada sombra estirada y lejana
viene a morir a mis pies y el otro extremo
toca casi aquella costa que hoy añoro.
Sólo la sombra viaja como el sueño
y puede tocar lo que mis dedos tienen prohibido.

¿Puede volverse estrella un beso?
sólo lo sabes tú, jardinera y poeta
oficios que solo entienden
los que suelen hablar con las estrellas. 

ESPERANZADO

                                          Basado en una idea original
                                                     de Enrique Loynaz.
Una y otra vez
he puesto mi corazón entre tus manos,
y al suelo áspero y duro
lo has dejado caer.

Hoy una vez más
lo he vuelto a levantar
y lo he puesto entre tus manos
nuevamente,
y otra vez lo has dejado caer.

Pero al menos
esta vez
te has quedado observándolo
un instante,
y eso basta. 

FLOR


a Flor Loynaz
¿De qué polvoriento rincón salieron tus palabras?
viva flor de poesía, las rosas todas no te alcanzan
mujer de “ojos desmesuradamente abiertos...”
guardas con recelo las cositas de tu madre
hablas en tus versos de cosas insignificantes
mas ocupan en tu corazón de mano fría
los eslabones rotos de una cadena oxidada y en desuso.

Todo sea por tu nombre, eternidad de los jardines
para la flor: olor, color y candor, y para mí tú sola,
disparando cariñosamente poemas con Dulce María.
Tú que sabes de tías que son personajes inolvidables
yo te invito a que escuches a la mía decir sin igual la poesía:
  "Rosas, rosas a mis dedos crecen"
conmovidos y ausentes como preludios insomnes,
en el jardín donde sobreviven el framboyán y la flor de pascua.
Hablemos de los perros que nos acompañan siempre
de sus ladridos sinceros a la medalla de la luna.
Por la ironía y la ternura batiendo las mismas alas
el instante petrificado en el verso
para servir de leña a cualquier corazón con frío.

¿De qué polvoriento rincón salieron tus palabras?
viva "flor" de poesía.

CONVERSACIÓN CON DULCE MARÍA ACERCA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS DE UNA CASA


Para hablar a solas contigo
flor de poesía que nunca supo marchitar
es imprescindible este silencio pegajoso
“este extraño silencio: sin perfiles, sin aristas,”
y saber que hablas de ti misma
cuando la casa habla en primera persona.

Casa soy, serpentina de colores
flotando en el aire de la risa de todos
sombría en las tardes de verano
cuando el sol afuera encendía las hogueras
y venían todos a mi portal buscando cobijo
maldiciendo la humedad que arruinaba las pinturas
agradecidos del frescor de limonada fría de mis ventanas

En mi vejez de casa cargada de recuerdos
gimen entre la luz y la sombra
la alegría y la tristeza de los que me habitaron,
todavía el eco de sus voces retumba en mis adentros
haciéndome cosquillas nostálgicas en el corazón
y una extraña multitud de ausencias
recorre el alma descascarada de mis cimientos.

Afuera ha crecido la cuidad llena de venas nuevas
que me circundan y me miran con ojos asustados.
Yo los comprendo, me admiran
en medio de tanto infierno vertical de cemento y acero.
Ahora cualquier cristal vale más
que los rudos dedos de los albañiles
esculpiendo la piedra.

¡Ah, regresa ese  recuerdo que me atormenta!
aquella grieta primera, aquel pedazo de cornisa
que se llevó el temporal.

“Cemento perforado, el mundo se nos hace de cemento”.
Yo cada día comprendo menos a esos hombres
que se empeñan en vivir agrupados
amontonados unos sobre otros en bloques iguales
que solo se distinguen por un número.
Ya no crean ciudades nuevas, y se empeñan
en venir todos a demoler nuestra memoria
nuestra tímida memoria
de piedras que eran del entorno.

¿A dónde se han llevado los muebles?
¿Dónde está el espejo que nos devolvía siempre
la tristeza de nuestros rostros en los terribles días,
y la alegría, aquella felicidad de los días alegres?
Muebles que llegaron un día y hasta dijeron
que de aquí nunca se irían.
¿A dónde se los han llevado?

Ni de puntillas veo el campo,
hace mucho que no respiro el aliento del mar.
Todo mi horizonte es cemento reciclado
esas casas nuevas son todo mi horizonte
algunas son hermosas, lo reconozco,
pero bajo sus cimientos se hunde el eco sordo
de la historia de otra casa que, como ella,
habitó a sus anchas el espacio
y no le robó a ninguna el hueco de su historia.

Recuerdo el día que vinieron
y ampliaron dos habitaciones a mi costado.
Esas piedras nuevas no conocían el lenguaje de la tierra
según ellas, perfectamente cortadas,
las hacen máquinas,
son huecas y ligeras, esbeltas y firmes.
Piedras que también le han robado su historia
a otras piedras anteriores,
que el hombre las hace arena
para que una máquina sin corazón las vuelva piedra.

Los ladrillos de mis tabiques, todavía recuerdan
las manos del alfarero, los hornos calientes,
mis ventanas son casi árboles
Solo los poetas me comprenden,
solo los poetas
y aquellos arquitectos que aún se estremecen
cuando la brigada de demoliciones
golpea eficientemente las paredes
y cada golpe sobre la pared más firme
da en su corazón.
textos en cursiva de D. M. Loynaz

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