a Alberto Fuentes, mi talentoso amigo
de los duros y felices años de universidad.
El era uno más en el bullicio, apenas te
percatabas de su presencia resbaladiza entre tanta gente, físicamente no
destacaba como un Robert Redford ni como
un Frankiesten, su vestimenta era justamente la típica, un jeans desteñido y
una camisa blanca. No era negro ni blanco, tenía algo de chino y de indio, era
una gran mezcla de razas en una sola persona.
Cuando convivías en el grupo enorme de
estudiantes de la universidad, algo había en él que rápidamente te llamaba la
atención, su silencio. Nunca fue de muchas palabras, solo utilizaba las
palabras justas, las estrictamente necesarias para decir todo lo que quería, y
tenia para eso un talento especial, a veces con una sola palabra describía
todo un universo, su virtud era el
silencio, la soledad era su amiga fiel, pues aunque estuviera entre todos,
aunque estuviera presente, aunque participara de cualquier conversación idiota,
el realmente no estaba, su mente estaba ausente, sola, vagando por no sé que
extraños caminos de sus sueños. El mejor ejemplo de su soledad, de su silencio
perfecto y de su manía de utilizar solo la palabra justa es este poema
que según nos dijo le pertenece:
REDUNDANCIAS
pero
también arena,
era
viento
pero a
veces brisa,
era fría
pero
casi tibia,
era
llanto
pero a
la vez risa,
era
lluvia
pero no
sin sol,
era
tanto
pero no
demasiado
era
sencilla
pero no
vacía,
era
dolor
pero
también amor.
Y digo según
él porque tenia otra cualidad, mentir, y cualidad no es calidad, aunque
mintiendo era perfecto, lo hacia con una calidad impresionante. Muchas veces
leíamos sus cosas y después encontrábamos en cualquier libro el origen de los
textos, pero su talento literario aunque estuviese hecho a retazos de cosas
leídas era indescriptible. Se pasaba la vida ocultando sus sentimientos, no
mostraba lo que escribía, no decía lo que sentía y de pronto un buen día cuando
menos lo esperabas, te soltaba de golpe toda la carga, te daba un manojo de
poemas, el boceto de un libro, una novela, o el último texto que había leído y
uno se quedaba perplejo, colgando de aquellos manuscritos, deteniendo el tiempo
para siempre.
Pero lo más
significativo era su carácter, su buen humor, sus arranques casi inconcebibles,
como aquel día que nos encontrábamos en su casa por vez primera y después de un
largo rato ya sin tema de conversación entre los tres o cuatro que estábamos en
aquella habitación, de pronto dijo "Quieren ver a mi padre cagando" y
abrió de golpe la puerta que estaba detrás de si y todos vimos boquiabiertos a
su padre sentado en el inodoro con los pantalones arrastrando por el suelo y
leyendo algún periódico. Ese día paso a la historia como el más significativo
que tal vez ocurrió en muchos años de cada uno de los presentes.
En el fondo
solo los más allegados a él supimos comprenderle totalmente, vimos su alma
cuerdamente ebria vagar más de una vez en las madrugadas vacías de la Habana,
supimos de su actitud hacia las novias que de una u otra forma venían una tras
otra con las mismas quejas, le vimos con su pequeña hija de brazos como un
padre responsable y serio, cosa que no había sido en su vida, le vimos llorar
algún fracaso o hacer verdaderas maravillas con sus trazos de arquitecto
invisible y otras verdaderas locuras copiadas a no se sabe quien.
Nunca logramos
atraparlo totalmente, pues cuando comprendíamos su actitud o su manera de
actuar en un momento determinado, ya estaba sumergido en otro que no
alcanzábamos comprender.
Han pasado
muchos años, nunca más le he visto. No he sabido nada más de él, debe andar con
su silueta de siempre haciendo de las suyas, arrastrando quien sabe que locuras
por las calles de la Habana, o de cualquier lugar del mundo, convirtiendo en
historia cada pisada suya sobre la tierra.
SIEMPRE
a Alberto Fuentes
amigo,
poeta y loco.
Fuiste el poeta que admiré
más nunca supe en realidad
cuales fueron tus palabras verdaderas.
Me impulso tu mirar
hacia fugas invisibles,
tu pasión por las cosas comunes.
Aunque no escribí tu nombre
estabas allí tras el poema
que esperaba por tus ojos,
camuflándote con mis palabras más nuevas.
¿Por qué te recuerdo ahora en estos versos
que son retrospectivas de otros
que he ido amontonando con el tiempo?
Siempre hubo puntales
disputándose la altura.
"El ganador se lo ha llevado todo"
Del pasado solo queda su silueta deforme,
la resaca de estar vivos
el hábito triunfal de ser perfumadores de rocío
dueños del alba
y timoneles de la luz.
Este poema es
un pequeño homenaje que ya tenia escrito para mi amigo. Siempre he tenido algún
poema que habla de él, en cada etapa de mi poesía, pues su influencia en mis
textos fue durante muchos años una constante, sus opiniones, su criterio. Hay
otros poemas que también podría incluir aquí pero me parece este homenaje el
que mejor logra describirle, lleguen hasta él estas palabras llenas de sus
propias palabras, de su aliento de entonces, que no he logrado dejar de
arrastrar todos estos años.
Onelio Pérez
Algún día de
algún año.
Puerto de la
Cruz. Tenerife. España.
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