lunes, 28 de marzo de 2011

EN LA GOTA AMARGA DE UNA LAGRIMA

En la gota amarga de una lágrima

naufraga Dios.

Los recien nacidos no distinguen más que sombras

reconocen a su madre por el tacto

por el olor, por el sonido,

antes que por sus ojos.

Los ojos del niño están llenos de lágrimas

y por ende están llenos de Dios.

 

Solamente llorando

puede verse el rostro de Dios.


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