Luces
de antaño
fueron
inmortalizando tu silueta.
Salvé
cada tramo de tu piel
de la
contaminación y la guerra ecológica.
Exageré
quizás, cuando dibujé cada gesto tuyo en un poema.
Intenté
limpiar el cielo con tu nombre
borrar
el mundo con tu rostro
dislocar
estaciones
romper
esta esperanza radioactiva que nos vence
sin
ceder a los rituales de la muerte.
Ahora
quiero coser mis heridas con tus sueños
te
respiro en el azul de mis contornos
y mi
odio se duerme en la llovizna que no cae...
Salgo a
buscar la lluvia para recordarte
viajo
hasta tu imagen que quema
y
esparce mis palabras por el aire.
Llegaste
a deslumbrar primaveras
mares y
otras cosas que siempre fueron luz.
Susurraste
un bolero
para
desliar tu sombra en mi pared
y en el
undécimo mes le sumaste abriles a mi alma
que
palidecía en números ordinarios.
Me
dejaste carente de tu notoriedad,
intente
en poemas contarte mi silencio
(tal
vez apenas logré murmurarte mi tristeza)
Anduve
errante como una cruz sin Cristo
tras el
rastro de tus huellas
mientras
tu te mecías entre las sombras de mi ausencia...
Hoy no
sé si existo, ni se donde estoy.
Estuve
atrapando hiatos y cacofonías
y
engendré algún que otro verso melancólico.
La
rutina quiso hundir sus fríos dedos en mi corazón
y en
espiral adiviné la hipotenusa de tu nombre.
Me
libre de mí mismo
del mal
que propone Hara-Kiris
y
enarbola las banderas del tedio.
¿Cómo
estar ajenos a las perturbaciones,
al
viento que trae las resacas
y a la vez trae tu nombre, tu perfume. ?
Devuelves
un vago recuerdo de horas nulas
y
primaveras robadas a contraluz.
Vives
en todo lo que me rodea
eres un
poema que se me ha escapado
y hoy
deambula por la ciudad.
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