Tal vez mi verso se
acurruque en tus entonces
y me quede flotando
en el café un día más.
Es cuando vienen los
naufragios hasta mi boca
y la metamorfosis es
un acto inevitable.
Los escorpiones que
habitan en mi sangre
salen en busca de
cadáveres convictos,
el aire disimula su
pretensión de inadvertido
y me regala tu
estatura infinita.
Me abandono a tu río
que viaja hacia la luz
desde la tímida y
tenaz perspectiva de mis textos.
Tras tu rostro
imposible fantasean mis abismos
ignoro tu nombre
nuevo, acaso desde siempre
sueño virgen para
despertar sobre tu vientre
poblado de antiguas
primaveras.
En el centro de mi
existencia
no hay nada escrito
todavía, espejos vacíos
sin dejar que nos
miremos como somos.
Calladamente sombra
renaces en mi pecho
como cualquier sueño
brotas de mis manos,
mira como por mis
ojos baja un río de sombras.
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