sábado, 20 de junio de 2009

DESPUÉS DE VEINTE AÑOS (memoria musical)




a mi primo Alberto en Riga, Letonia.


Después de veinte años he vuelto a escuchar canciones rusas, es curioso retornar de golpe al pasado, y aunque estas nuevas y desconocidas canciones tan solo me devuelvan un grupo de palabras casi olvidadas y el rescate de mil recuerdos de mi niñez feliz, hoy me percato que nuestro país, que políticamente fue hijo mimado del Imperio Soviético, nunca nos deleito con una cultura y un idioma tan peculiar. No recuerdo haber escuchado en Cuba jamás una sola canción en Ruso en la radio o la televisión. Exceptuando dos o tres grandes bailarines rusos, directores de orquesta o contados cineastas, nunca la música popular rusa traspaso nuestras fronteras. Mucho menos las entonces menospreciadas republicas anexas de la unión. Hoy por ejemplo si le preguntamos a cualquier joven cubano por el nombre de un conocido cantante Ruso, muy pocos podrán mencionar nombre alguno, excepto los pocos que pudimos conocer aquel país, con sus virtudes y sus defectos, que a lo sumo podremos citar a Ala Pugachova y nadie más. Ahora que recuerdo, solo la banda sonora de las películas de guerra, que eran las que nos ofrecía siempre la televisión, y tal vez los dibujos animados Rusos que tanto nos dieron a los niños acompañados de cucharadas de compota de manzana, cuando todos preferíamos las de guayaba.


En algunas escuelas e institutos cubanos dieron el ruso como idioma adicional, pero muy pocos alumnos pasaron de pronunciar tres o cuatro palabras o de leer un solo renglón de aquellas letras tan diferentes a nuestro criollo español grafica y sonoramente,


Pero no podemos acusar al Gobierno de la Isla de querer imponernos la cultura heredada de sus políticas. Tampoco nos regalaron nunca una edición cubana de discos de cantantes "progresistas" como Mercedes Sosa, Chico Buarque, Violeta Parra, Facundo Cabral, Miguel Rios, Atahualpa Yupanqui, Jonh Lennon o Joaquin Sabina, por no citar a Ana Belen o Victor Manuel, que aunque nos regalaron estupendos conciertos en la Habana, a veces grabados por la televisión, nunca vimos un disco suyo, ni siquiera aquel que musicalizaba la música de Nicolás Guillén. Muchos nos regalaron estupendos conciertos, Alberto Cortez, Luis Eduardo Aute, Fito Paez o Juan Carlos Baglietto, artistas todos de una canción comprometida, pero pocos pudieron penetrar en las editoriales musicales para los cubanos de a pie, (lease de moneda nacional) el unico que realmente se salva y es la excepción, es Serrat, pues tuvimos todos sus discos desde 1970 hasta 1980, tambien gozo con una difusión al alcance de todos, cosas que ninguno de los anteriores nunca tuvo, pero cuba demostro que sabia hacerlo cuando nos visito por ejemplo Oscar de León.


Por todo esto, no me extraña que nunca promovieran la música de los paises "amigos" pero si quiero recordar las ediciones de dudosas procedencia que realizo Cuba de discos de Julio Iglesias, Jose Luis Rodríguez (El puma), Jose Jose, Roberto Carlos, Emmanuel, Michael Jacson, Janet Jacson, Diana Ross y otros muchos que no son precisamente artistas solidarios, comprometidos o arriesgados.



Bueno, después de veinte años viene esta melodía con palabras en un idioma que reconozco, totalmente renovada, capaz de competir con las exigencias actuales del mercado actual, pero ya se sabe que veinte años no es nada, aunque una hermosa criolla en los principios del siglo pasado escribió una canción que decía, Con qué tristeza miramos un amor que se nos va, es un pedazo del alma
que se arranca sin piedad.


ene'04







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