Inmóvil como la foto
en la serenidad de un mar que se detuvo
para verte llorar en tus infiernos.
Angélicamente le sonríes a los niños
regalas un adiós a cambio de monedas
que cantan con su tintineo de siempre.
Al final del día hay para dos,
para el veneno y el amor.
Comparten tu intemperie las palomas y los perros
las flores pálidas de los jardines
y las losas del pavimento pulido por el mundo.
Sin brusquedad te meces en un sueño
sabes que dentro palpita un corazón
inmóvil como la foto.
Vestida de Mimo das un toque de ternura
a la ciudad cruel infinita que te mira
aunque por dentro te oprima esta tristeza
que ahora siento.
22 de enero del 2mil
Puerto de la Cruz, Tenerife
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