Zapatos sobre un pedestal
el bronce soleado permanece
nadie lustra su oxidada presencia
dicen que baja cada noche un ángel diferente
y los calza para pasear la Habana
con su mohosa existencia.
Mármol silencioso
que nos muestra la huella
de una rabia colectiva
orgía ciega que a golpes de mandarria
pretende borrar el pasado.
Desde lo alto de otro podio
invisible acaso
sonríen y contemplan
a un presidente descalzo
con los pies amputados
que no sangra porque es metal
pero deja el derrumbe de su llanto
en cada esquina.
Allí permanece la ninfa solitaria
murmurando secretos al oído
de los transeúntes
en sus ojos guarda las imagenes
en su metálica memoria
duerme la verdad.
Con su manto un buen día
lustrara los zapatos
como quien lava el alma
de mi ciudad.
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