martes, 23 de diciembre de 2008

MEDITACIONES PARA EL DIA DE CUMPLEAÑOS

Vamos cumpliendo años, uno a uno, sin darnos cuenta, en ese goteo incansable de segundos que se convierten en minutos, de minutos que se reemplazan en horas, días, semanas, meses, años, lustros, siglos. Así transcurre nuestra vida, pasamos de un segundo diminuto e insignificante, a la eternidad.
En ese trayecto, marchando siempre adelante y sin retorno, vamos puliéndonos con las rozaduras del tiempo. Nos moldea la felicidad, cada alegría, con dedos de alfarero hunde en nuestro corazón el sueño imprevisible de un delirio, el gesto inexplotable de la vida y el arte, pero también como el ladrillo, y las vasijas, luego los hornos nos endurecen las esencias y entonces son golpes de muerte los que penetran impetuosos en nuestras vidas, para dejarnos para siempre el amargo sabor de una tristeza.
Al final lo único que importa es la luz que nace de los ojos, casi invisible al tumulto, al mundo exterior tan aturdido en su vagar apresurado, mientras en el espejo tus pupilas se descubren cada mañana con una inquietud y una respuesta. Madres que filtran las impurezas del universo, para que nos llegue digamos un aire limpio, abuelos dispuestos a tejer la felicidad en nuestros pasos, aunque al final sepan que el mundo esta ahí, duro y áspero esperándonos, para que le demos de una vez y para siempre la inocencia. En ese aspecto el papel de los padres es mas realista, menos sentimental, se hacen viejos e indefensos, ellos, que siempre fueron el árbol en pie del que colgamos la esperanza, del que nos agarramos cada vez que caímos al vacío, el de los sabios consejos, también el que supo imponerse a nuestra rebeldía de la adolescencia. Ahora le vemos cada vez mas débil, pidiéndonos casi sin gesto una mano, para cruzar la avenida, la misma avenida que nos enseño a pasar cuando éramos niños y donde nos prohibían pelotas y bicicletas.
Ahora vendrán con el pastel y las velitas, alegremente cantarán al unísono “felicidades” y tendré que en gesto de gratitud regalarles la mejor de mis sonrisas. Pero mientras arde la llama viva que ilumina humildemente la habitación, en mis ojos la luz es todo el universo. Ellos cantando alegremente y por mi mente pasa la película de todas nuestras vidas, todas nuestras alegrías y nuestras tristezas. Alguien dice algo siempre en el momento justo, para que nos riamos y así romper la monotonía de la ceremonia.
No puede faltar una música en el fondo, ahora escuchamos algo que puede ser diluido entre todos los presentes, pero esa melodía insignificante que nunca represento nada especial en nuestra vida, se convierte en embajadora de todas nuestras bandas sonoras, las mas selectas y las mas sublimes. Salen a flote sin prejuicio nuestros gustos musicales, con sus altas y sus bajas frecuencias.
No faltaron los amigos imprescindibles, pero siempre falto alguno que aun te duele su ausencia multicolor. Seres amados en armonía se reúnen una vez más en torno a fecha tan señalada. Repasas sus rostros de siempre, lees en cada pupila el libro de sus vidas. Y te invade esa ausencia, ese hueco que dejó la muerte llevándose a alguien que no hace tanto estaba presente.
Mas tarde otra vez la soledad del espejo, la luz brilla ahora con una fuerza nueva, comprendes cuanta energía te trasmiten los cuatro gatos que rodean tu vida. Afuera, madre ya puso todo en orden, los vasos limpios borraron de su memoria incolora cada palabra, dejaron en el detergente las huellas de esa misma gente que tanta otras huellas dejaron en tu alma.
Un día como hoy deberían poner en la tele algo que valga la pena. Un año más, otro más al montón, a la colección que todos hacemos sin poder evitarlo. Se amontonan en tu historia un cúmulo de agendas caducadas, almanaques tachados y efemérides sin puntualizar. ¿Me estoy poniendo viejo? Mi piel se ha desgastado lentamente, ahora pienso en el abuelo, con sus lentas meditaciones y su andar cansado, su piel añeja como el mejor vino, pero a su vez mustia y sin mañana. Incluso cada año que yo cumplo siento como pesa sobre sus hombros.
Cuando éramos niños cada cumpleaños era una fiesta, después, en la adolescencia cumplir años nos hacia grandes, nos alejaba las fronteras del barrio, pasar por la ventana donde el amor se asoma para verte pasar. En la madurez, los años suenan como campanadas y sabes que cada una de ellas, tiene un sonido particular, peculiar, que no volveremos a escuchar ya nunca más. Después en la vejez cada nuevo aniversario es un triunfo, una derrota a la muerte, que compite a nuestro lado en las olimpiadas del tiempo.
Así transcurre nuestra vida, pasamos de un segundo diminuto e insignificante, a la eternidad.

Onelio Pérez Torres
octubre 2003

3 comentarios:

Tina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Tina dijo...

meditaciones para el dia de cumpleaños,que regalo al alma,cuanta belleza en estas palabras,hoy,el dia de mi cumpleaños.Gracias

Leo dijo...

En el dia de mi cumpleaños, y habiendo despertado en un nuevo comienzo te agradezco por las hermosas palabras,

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