¿Qué
se hicieron mis musas?
Se
aburrieron de mis versos
que
apasionadamente escribí para ellas
entre
bostezo y bostezo.
Y
como no fumo
nunca
pudieron distraerse con el humo.
Para
colmo la música de fondo
clásica
o folclórica
trivial,
incidental,
cantautores
aburridos
trovadores
de utopías obsoletas
que
jamás estuvieron de moda.
Nada,
que me abandonaron
y
se ha quedado huérfano mi verso
escarbando
en silencios de soledad,
buscando
las palabras que no se llevaron,
en
el polvo de los libros
la
luz mutilada de la ventana
y
la araña del techo.
No
eran musas, las traidoras,
eran
musarañas.
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