domingo, 8 de marzo de 2009

VIAJAR CON LA MUSICA (A GISELLE Y THOMAS)


Dicen que cuando vemos una estrella fugaz desplazarse en el cielo, que apenas dura un instante el flash de su centellear, hay que pedir un deseo. Las estrellas, que son todos aquellos cuerpos celestes (a excepción de la luna) que brillan en la noche, o incluso en el día, pues el sol es un típico ejemplo de una estrella. Pues he comenzado hablando de astros luminosos pues generalmente viajo al mundo incandescente de estos cuando escucho la música de Giselle y Thomas. Sin pretender endosarlos en un estilo predeterminado, me traen recuerdos del barroco, del romanticismo clásico, hasta ciertos giros de música electroacústica contemporánea. Así como la composición de las atmósferas estelares se determinan por un análisis espectroscópico de la luz que emiten. Puedo medir la sensibilidad de esta obra, a través de los hondos sentimientos que provoca escucharlos y cuan profundo cavan en nuestros corazones. Si también suelen nombrar a los grandes artistas con el nombre de estrellas, estos lo son no por descollantes, sino por su talento, por el brillo de su propia luz.



Pero no solo me emiten a estos lejanos y maravillosos mundos (inalcanzables sin su música). También en lugares más comunes a los hombres en este planeta, como a un bosque, al verdor vivo de las plantas, al naranja marchito de los otoños, o al blanco pálido de los inviernos. Viajaría por toda la gama de incontables paisajes y colores en cada uno de sus temas. "A walk in the garden" nos lleva de viaje por ese mundo maravilloso de los jardines, las flores, las piedras, los insectos, el viento, las gotas de rocío, mirándolo como un transeúnte que penetra en el a vista de hormiga, y no nos quedamos en estos pocos minutos en el jardín en si, podemos subir, a la copa mas alta de los árboles, y como pájaros sobrevolar el verde, tocar el horizonte.


Pero hay otra dimensión en alas de la música, cuando son puramente espirituales los sentimientos que evocan. Así los temas dedicados a los abuelos y ancianos cercanos, tocan la ternura inmediata que toda persona muy mayor emite, así como la grandeza de su sabiduría y experiencia. "Nostalgia" y "Mass por Maria" son dos temas que muy profundamente captan el instante de estos ancianos, y sirven como un alivio melódico al sin remedio bello y cruel que es la vejez. Otro ejemplo de esto lo encontramos en "Sonata for Juan Pablo II" donde además hay otros ingredientes, como son el respeto y el amor a lo que significa su santidad para una persona que abraza el ideal cristiano y deposita como perlas de un Rosario sus dedos sobre el piano, para con la belleza de la música rendir homenaje con lo mas puro de su amor. Entonces vemos al hombre caminar solitario, en un encuentro a su vez con su mayor sentimiento hacia Dios, reflexionando de su labor en esta tierra, de su inconformidad plena con sus actos y su alma toda bondad, expuesta a la paz y la luz.


Por algún momento he tocado el mar, un mundo de aguas, transparente, húmedo, cristales y espejos que apagan los ruidos del mundo. Azul profundidad donde vuelven a encontrarse nuestros sentimientos, los recuerdos, y aparecen entonces bajo el mar otros jardines, otras luces, otros seres de amor y luz. Que al final son los mismos. Y pasa una luz brillante por el cielo, o por su reflejo, que a estas alturas no es reconocible la realidad. El amor de tan puro hiere. La luz de tan brillante quema. Pido un deseo al apagarse esta música fugaz, escribo esto que empieza hablando de las estrellas a donde suelo viajar muy a menudo, cuando escucho la música maravillosa de Giselle y Thomas.


Febrero '09





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