viernes, 5 de septiembre de 2014

DÉCIMAS A VALIENTE

DÉCIMAS A VALIENTE


Intentaré usar tu espada
sin pretender ser valiente,
solo tu verso es cimiente
de la más pura tonada.
En mi mente está grabada
luz que tu alma expandía,
te vi llegar cada día
a la puerta de mi casa
ya estaba el café en la taza
y en el aire la poesía.

Envuelto en tu sentimiento
meditabundo callabas
y en tu mente se forjaba
la rima en el pensamiento.
Describiendo el sufrimiento
del pueblo con tu mensaje
se desdibujo el paisaje
para colorearse luego
cuando tu verso de fuego
era el arma en el combate.

En ti admiré esa virtud
que solo el poeta posee,
ver lo que otro no puede
y en palabra hacerlo luz.
Ejemplo en mi juventud
las décimas que enviaste
y con ellas nos dejaste
abrigo para el invierno
recuerdo que ya es eterno
sin tiempo que lo desgaste.

Y aunque no lo apuntaste
repite el verso “al amor”
que te dictó el corazón
(ese día no improvisaste)
La luz dices, divisaste
de estrella que madre es, 
no importa saber qué fue
qué pasó en aquel segundo
el mayor amor del mundo
te aplaudió, puesto de pie.

Más otro verso me hiere
muy dentro del corazón
mi abuela, desde el sillón
hablando con las paredes.
Captaron tus poéticas redes
que su corazoncito anciano
enviaba hasta lugar lejano.
Y en décimas describiste
contándonos que le viste
lagrimeándole la mano.

Valiente, yo te agradezco
el verso en el agua fría
veinte años después, poesía
en todas partes padezco;
fuiste mi mejor maestro
sin que yo lo comprendiera,
ahora cuantas cosas diera
por sentarme a conversar
siempre podrás contestar
al tema que yo prefiera.

Cuando se murió tu hermano
se te quebró tu mitad
muchos, te vimos andar
como medio ser humano.
La muerte te dio su mano
sentiste su tacto frío,
te miraste un día en el río
con un dolor tan profundo
pues quedaste en el mundo
como un espejo vacío.

San Antonio dijo adiós
a su poeta un buen día
se quedo sin poesía
y hasta el río enmudeció.
Pero luego comprendió
que estabas en todas partes
en las calles, en los parques,
el tres, el punto cubano,
el olor del café, el habano
y en la palma de los valles.

Los años siguen su hastío
la vida marcha adelante
nos quedará recordarte
y ver tu espacio vacío.
Estés donde estés te envío
estos versos sin espinas
sabrás perdonar mis rimas
lo que vale es el intento
dejaré mi voz en el viento
donde la tuya le anima.

O.Perez / julio 2002

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