viernes, 10 de octubre de 2008

ALGUNOS POEMAS DE "ISLA SOLA"


"ISLA SOLA" Se presento en Tenerife, a finales del 2002, en el marco de los actos por el natalicio de Dulce Maria Loynaz. Por lo que este libro es un homenaje a su obra y su persona.


ISLA PERPETUA


"Soy isla asida al tallo de los vientos"
-Dulce María Loynaz-

Isla soy y así me canto
así me toco, me amo, me descubro.
Tengo el mar por compañía en cada latitud
y tengo el cielo
contra el que rebota cada grito
y absorbe siempre los silencios.

Horizonte siempre lejos
por mucho que me incline, siempre lejos
por mucho que me empine
en la punta de mis pies.

Isla soy y así me veo
me respiro, me anhelo, me deseo.
Los barcos diminutos pasan sin apenas rozarme
ignorantes de mi ánimo abierto,
ya no sé que mueca hacer por conquistarles.

Quiero alas como las aves
que pasan y emigran,
como las aves regresan para hacer el nido
siempre al mismo árbol.

Isla soy, delirio de piratas
fruta salvaje, espejismo del náufrago
novia del sol, puñadito de tierra
vergel de los ángeles y casa de poeta.


ALMAS

Un poeta
se acercó al mar gris,
lo tocó
y éste se hizo
milagrosamente azul.

Desde entonces
el mar es azul
y el alma del poeta gris.


¿HACIA DÓNDE VAS DULCE MARÍA?

¿Hacia dónde vas río de plata
llevándote en la claridad del agua
el rostro de la luna sola
y el silencio de la voz del alba?

¿Hacia dónde vas ola que vuelves
espuma de mar, flor de lo breve?
Te quedas poesía en los rincones
como lluvia y como nieve,
arpegio manantial de donde fluyen
soledades que pueblan los paisajes
con tu canto de siempre.

¿Hacia dónde vas Dulce María?
dama de la palabra humana
íntima armonía de lo eterno
esperando el amor tras las ventanas.
abril'97


SEMEJANZAS

A ti te cortaron las alas
ya no puedes volar.

A mí
me han cortado la esperanza
ya no puedo soñar.



TIERRA PRESENTIDA*


La Tierra presentida
-Reinaldo Arenas-

¿Quién puede dejarse el alma,
abandonada a su suerte, para siempre
como quien lanza un cigarrillo al cenicero de la muerte?.
País, patria, semilla,
madre firme con su faro alumbrando mis pasos
perdidos en la niebla de perenne desigual.

¿Quién no lleva al pecho los metales de su nombre
y siente como el imán de su casa da tirones
sea una isla infernal o un frío continente?.
Es mentira eso que dicen otros hombres
ni en tus calles
ni en tus campos
ni en tus mares
puede habitar el odio.
Eres tan pequeña isla
que el odio ese del que hablan no cabe en ti.

Calles humildes adoquinadas de colores
perfume de los campos, manjar de dioses
y ese mar, violento y calmo que te besa
y tú, como la palma, coqueta y altiva.
Colibrí del planeta, zun zun de mil delirios
toma mis alas nuevas, para que no haya magia
que organice otra vez la nostalgia.

Eres en el universo acaso un mínimo punto
pero tan grande en mi pecho que te desbordas,
y a otros das abrigo.
Estruendos de hojalata*

Arrancas las fotos de la pared
llevándote pasos acostumbrados a los defectos del piso,
a la losa rota, los huequitos por donde siempre
salen y entran las hormigas de la infancia.
Las manchas de humedad donde se refugian
sombras, viejos monstruos y contornos.

Arrancas toda tu vida sin pronunciar palabras
dices adiós sin volver la vista atrás, añoras en silencio,
consumes una a una las velas de la ausencia,
quemas tus dedos en el recuerdo,
aunque sepas cuanto la distancia exagera las cosas.

Que carajo voy a agradecer a Marx y Engels
el estar hoy aquí, escribir este poema,
amar a una mujer, contar las estrellas, recordar.
Jugar con mi hijo a aprender los colores
quien no sabe que ellos existieron,
con la misma y noble ignorancia
de mis abuelos muertos.

País, patria, semilla,
qué incomprendidos somos
queriéndote cual eres
cual fuiste siempre,
sin coloretes ni adornos.

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